Año nuevo, iPhone, Galaxy o tablet nuevo. Los fabricantes imprimen un ritmo de fabricación en el que la cadencia anual se ha convertido en algo ya asumido. Es lógico: ellos están ahí para hacer dinero y si renováramos el celular cada diez años se enfrentarían a serios problemas.
Por este motivo las marcas luchan por crearnos la ficticia necesidad de comprar antes de tiempo una nueva versión o abiertamente forzar al consumidor a enfrentarse a una obligada y temida obsolescencia programada. ¿Cada cuánto deberíamos realmente renovar nuestros equipos? Los expertos nos dan el dato racional —lejos de la compulsión de compra— en un reportaje del portal especializado Marketwatch y es sorprendente.
Así, un celular debería durarnos por lo menos tres años. Este plazo lo sugieren los expertos porque, por lo general, los fabricantes dejan de darles soporte pasado este tiempo. O sea, en realidad deberían durarnos todavía más tiempo. ¿Es así en realidad? No, cambiamos de móvil como promedio cada 14 meses, para alegría de los fabricantes.
¿Y los televisores? Si nos regimos por una mera cuestión de durabilidad, los expertos confirman que un televisor moderno puede ofrecer hasta 100 mil horas de uso antes de perder el brillo en su pantalla. Si quieres ver el dato en tiempo real: serían décadas de utilización de la tele en nuestros hogares...