Hablar de hashtags es tan común hoy en día que a veces se nos olvida que hace una década ni siquiera existía esa idea. En 2007 Twitter era apenas una joven compañía con una pequeña plataforma que empezaba a despegar: los retuits se hacían de forma manual a falta de un botón, no existían el “me gusta”, y los trending topics eran algo que ni siquiera imaginábamos todavía.
Pero fue el 23 de agosto de ese año que un diseñador y emprendedor llamado Chris Messina propuso crear una forma de agrupar temas y conversaciones en la red social de los 140 caracteres. La propuesta de Messina fue escrita –naturalmente– en un tuit, donde también incluyó lo que después sería conocido oficialmente como el primer hashtag de la historia.
“¿Cómo se sentirían de usar # (numeral) para los grupos, como en #barcamp?”, escribió Messina en su propuesta original, que días después explicaría a detalle en un post que también reunía las ideas de otros usuarios de Twitter.
El símbolo que Messina propuso fue rechazado en un inicio por Twitter al considerar que era una función “para nerds” (aunque ellos cuentan otra cosa), pero luego terminó por ser adoptado oficialmente en la plataforma para identificar temas y tendencias en las conversaciones. El hashtag incluso trascendió Twitter, para llegar a otras plataformas como Facebook o Instagram, convirtiéndose en un símbolo de la cultura digital.
¿Y cuánto dinero ganó el creador del hashtag por su creación? Nada, ni un solo centavo.
Pero no crean que esta es otra historia de una enorme compañía que termina estafando a un talentoso creador. En realidad, Messina decidió no patentar su concepto del hashtag y dejar que se usara libremente en internet. Y es que además ser el cofundador de BarCamp y haber trabajado en compañías como Google y Uber, Messina es un conocido defensor de la cultura open-source.
Hace un par de años, Messina respondió en Quora la pregunta de por qué no había patentado su idea. Y su respuesta es clara: eso habría evitado que los hashtags se volvieran populares.
“Apropiarse de una patente sobre el uso de hashtags probablemente habría inhibido su adopción, lo cual era la antítesis de lo que yo esperaba, que fue la adopción y el apoyo de amplia base a través de redes y medios.”
En cuanto al dinero, a él tampoco le preocupa no haberse hecho rico –si ese hubiese sido el caso– con su invento. Al contrario, Messina se siente muy orgulloso de que cualquiera pueda usar hashtags como le venga en gana, sin importar las plataformas o las compañías que sean dueñas de ellas.
“No tenía ningún interés en hacer dinero (directamente) con los hashtags. Los hashtags nacen del internet, y no deben ser propiedad de nadie. El valor y la satisfacción que obtengo al ver mi pequeño y gracioso hack usado tan ampliamente como lo es hoy en día es lo suficientemente valioso para estar aliviado de que tuve la previsión de no tratar de encerrar esta idea estúpidamente simple pero eficaz.”
Por fortuna, el legado de Messina trascendió intereses corporativos y personales para convertirse en un símbolo de todo lo que está bien en internet.