Google, Amazon, Apple y Samsung han disfrazado sus bocinas de “inofensivos” aromatizantes para meterlos hasta la cocina.
Recuerdo la impresión que tuve al ver el primer iPhone: parecía algo salido de una película de ciencia ficción, como un monolito negro en medio del desierto. El teléfono de Apple no sólo era un dispositivo revolucionario, también era una espectacular pieza de diseño industrial.
Ahora, una década más tarde, este matrimonio entre tecnología y arte parece haber encontrado un nuevo camino. No precisamente en los smartphones, sino en las bocinas inteligentes y los asistentes para el hogar.
La idea detrás de esta nueva tendencia es clara: volver “transparente” la tecnología para integrarla completamente a nuestro contexto doméstico. Es por eso que dispositivos como Google Home, Amazon Echo, Galaxy Home o el HomePod de Apple son más parecidos a los aromatizante Glade que a un sistema de sonido.
La idea es volver “transparente” la tecnología para integrarla completamente a nuestro contexto doméstico. (Google/Glade)
Y no lo digo yo. Ivy Ross, Vicepresidenta de Diseño de Productos de Hardware en Google, habló sobre el diseño del Google Home en una entrevista para Design Milk, en donde dijo:
“Sí, queremos asegurarnos de que la tecnología se adapte a tu vida y que no llame la atención. La tecnología llegó para quedarse, por lo que debe desaparecer o adaptarse a tu entorno”.
Lo que dice Ross tiene mucho sentido, al menos desde un punto de vista comercial. Estas no son simplemente unas bocinas para poner canciones en una fiesta: son dispositivos conectados a internet que, con ayuda de sus micrófonos, nos escuchan atentos las 24 horas del día.
Las nuevas bocinas inteligentes y asistentes para el hogar son más parecidos a un aromatizante Glade que a un sistema de sonido. (Amazon/Glade)
Luego de las revelaciones de Edward Snowden y del reciente escándalo de Cambridge Analytica, las compañías de tecnología no pueden darse el lujo de que sus productos para el hogar luzcan como algo salido de una película de espías o de una distopía orwelliana.
Tal vez es por eso mismo que el HomePod no luce nada parecido al sistema de sonido que el propio Jony Ive diseñó para Harman Kardon y Apple por allá del año 2000. Ese espectacular artefacto ya forma parte de la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York, y sobra decir lo poco que tiene en común con un aromatizante.
El HomePod de Apple (der.) y el iSub de Harman Kardon: uno está hecho para ser discreto y el otro para ser un espectáculo a la vista. (Apple/Harman Kardon)
En una época en que la privacidad parece diluirse con la facilidad de un click, resulta imposible no levantar suspicazmente la ceja ante estas bocinas inteligentes que, como caballo de Troya, quieren meterse literalmente hasta la cocina. Tal vez la culpa sea de la ciencia ficción, que nos enseñó a sospechar del diabólico ojo rojo de HAL 9000 pero nunca nos advirtió sobre la inofensiva presencia de una vela aromática.