Un reconocido ingeniero en sistemas y querido amigo nos envía el presente artículo escrito por Sylvie Albert, Jeremy Millard y Tomás Diez, publicado el 4 de marzo pasado por la revista The Conversation, donde se comenta que el concepto de “Ciudad Fabricada” (Fabricated City) pone la producción nuevamente en manos de la comunidad, utilizando impresoras 3D. Esto podría tener implicaciones de largo alcance para el desarrollo económico, la sustentabilidad ambiental, la inclusión y otros beneficios. El uso de la impresión 3D genera oportunidades de desarrollo a las ciudades a través de sus innovadores y empresarios locales.
Como usted seguramente ya conoce, el proceso de impresión en 3D consiste en sobreponer capas sucesivas de materiales para crear objetos tridimensionales utilizando equipos digitales. En este proceso los “creadores” (makers) locales están teniendo acceso a laboratorios de fabricación equipados con tecnología para aprender y este entorno de incubación puede desarrollar futuros empresarios.
En este punto es necesario hacer un alto y revisar el concepto de “Maker” al que he traducido aquí como “creador” o “hacedor”. En el mundo de la tecnología, cuando se habla de los creadores (makers) se refieren a personas de todas las edades, hombres o mujeres que se mueven por Internet como pez en el agua y tienen su casa llena de cables, luces, motores y herramientas de todo tipo.
Sin embargo “Creador” (Maker) no es sólo la definición de una persona, “Creador” (Maker) es toda una filosofía de vida en si misma, es una manera de hacer las cosas y ver el mundo, “Creador” (Maker) es una cultura: Un modelo orientado a actividades de fabricación tecnológica, robótica, impresión 3-D, metalurgia, carpintería… el “hazlo tú mismo” (en inglés DIY –Do it yourself) aplicado a necesidades reales y soluciones prácticas. La cultura Creador (Maker) surge en casa ayudada por la tecnología y la difusión de Internet. Está basada en el conocimiento libre, en compartir, en reciclar, en la filosofía de un mundo sostenible… pero cada vez son más empresas las que advierten el potencial de este perfil e incorporan “creadores” (makers) a su plantilla para que solucionen los problemas más variopintos.
Por otro lado, el modelo de “Ciudad Fabricada” surgió alrededor de 2011, desarrollado por el Centre for Bits and Atoms del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y por más de 1,000 Centros de “Creadores” (Makers) que brindan a los creadores (makers) locales acceso a la impresión 3D y otras herramientas de producción. También hay suburbios y clústers de ciudades que facilitan el movimiento de los creadores (makers).
Hay oportunidades para individuos y grupos para crear y comercializar productos a partir de materiales nuevos o usados utilizando un dispositivo digital y tecnología aditiva. Al facilitar estas actividades, las ciudades pueden transformar radicalmente la forma en que la producción y el consumo ocurren dentro de su región, interconectando personas y procesos para crear innovación inclusiva local y regional y crecimiento económico al mismo tiempo que se reducen los impactos ambientales. ¿Qué podríamos reutilizar si practicamos una innovación más inclusiva y cómo podríamos cambiar la economía local si apoyamos el abastecimiento local?
Imprimiendo el futuro
En nuestro próximo libro, “Soluciones innovadoras para crear ciudades sostenibles”, la sección de la ciudades fabricadas explica que, en el futuro, no podemos seguir los mismos principios que antes en cuanto al transporte de los materiales, ni nos centramos en la búsqueda de eficiencia (menos inversión de capital, energía, recursos) para maximizar (optimizar) las salidas.
En cambio, debemos redefinir radicalmente el urbanismo cambiando la forma en que producimos, consumimos y vivimos en las ciudades para que puedan digerir localmente los desechos que producen. Así como la economía digital está haciendo que las plataformas estén disponibles para que cualquiera venda sus productos o servicios a nivel mundial, las nuevas tecnologías, como la fabricación aditiva, nos permiten reconsiderar dónde y cómo hacemos las cosas.
El uso de la impresión 3D ya está transformando muchas industrias convencionales. Por ejemplo, GE puede reemplazar un tercio de las partes en un motor de avión utilizando la impresión 3D y al fusionar los materiales, pueden reducir el número total de piezas. Honda creó un vehículo eléctrico completamente a partir de segmentos impresos en 3D. Los autos impresos a pedido pueden estar a la vuelta de la esquina. Incluso los hogares se imprimen en 3-D a un costo muy razonable en estos días; aunque un poco rudimentario, la salida sólo puede mejorar.
Esta revolución de la fabricación tendrá implicaciones sustanciales, ya que brindará a las ciudades y los empresarios locales la oportunidad de personalizar y producir en masa para la entrega justo a tiempo. Reducirá el transporte y los residuos y, por lo tanto, ayudará a minimizar las emisiones. También puede reducir el costo general para los consumidores al tiempo que aumenta los empleos locales.
Repensando la producción local
Imagine ciudades equipadas con fábricas flexibles que utilizan cadenas de suministro locales y materiales de origen local. Estos sitios de fabricación utilizan materiales de desecho, componentes desmontados y otras fuentes para fabricar productos digitalmente y personalizados para los ciudadanos. Desde miembros protésicos hasta desechos plásticos que se usan para crear asientos en los parques de la ciudad, hasta un refrigerador, hay un número creciente de productos fabricados por empresarios locales.
La fabricación industrial ha comenzado esta transición del diseño degenerativo al regenerativo (estos son procesos que restauran y renuevan las fuentes de energía y materiales), también conocida como la economía circular. Los residuos, por ejemplo, se recirculan y fabrican para satisfacer nuevas necesidades, como la producción de energía.
El concepto de ciudad fabricada cumple con los objetivos sociales, económicos, de gobierno y de desarrollo sostenible. Este es un gran incentivo para que las ciudades se comprometan y establezcan nuevos sistemas urbanos que sean regenerativos y restaurativos por diseño. La Iniciativa Global de Fab City, iniciada en 2016, incluye 27 municipios y gobiernos participantes, entre ellos Detroit, Ámsterdam, Bután, Shenzhen, Ekurhuleni, Santiago de Chile, Boston y París.
Existe una rica red de diseñadores, fabricantes e innovadores de una amplia gama de sectores que contribuyen a los desarrollos en bienes de consumo, energía, producción de alimentos, productos de salud y más. No es difícil concebir que los productos voluminosos, como los automóviles o los frigoríficos, que son caros de enviar y almacenar, puedan, en el futuro, fabricarse a pedido a nivel local.
Barcelona es quizás el entorno de fabricación más fácilmente reconocible. Ya, una cantidad significativa de alimentos, materiales y productos ya no se fabrican a miles de kilómetros de distancia; se conciben, diseñan y cultivan dentro de los límites urbanos.
Las ciudades fabricadas pueden diferenciarse a través del diseño. Crean un ecosistema único que atrae a personas y organizaciones innovadoras, lo que permite a las ciudades diversificar y ofrecer una calidad de vida sin precedentes. Las ciudades fabricadas son un poderoso cambio de juego en la forma en que hacemos y desechamos todo lo que consumimos.
Fuente: http://theconversation.com/print-your-city-3d-printing-is-revolutionizing-urban-futures-112365