En México, las credenciales de acceso son cada vez más controladas a través de datos biométricos, como huellas dactilares o identificación facial, en vez de contraseñas y nombres de usuarios, porque los mexicanos tienen a olvidar sus contraseñas.
Según un estudio de Fico, empresa de prevención y atención de delitos financieros, el 78% de los mexicanos están dispuestos a otorgar información biométrica como medida de seguridad antes que seguir utilizando contraseñas de manera tradicional.
Estos métodos lentamente han sobrepasado el uso de credenciales de autenticación antiguos, al proporcionar una forma mucho más eficiente y segura de acceder a cuentas e información personal protegida.
Además, estos métodos de seguridad evitan uno de los principales riesgos que enfrenta un usuario, al menos dentro del mercado mexaicano, que es olvidar su contraseña.
Alexandre Graff, presidente de Fico en su división latinoamericana, entiende que:
“Aunque los usuarios usan métodos no seguros al utilizar las contraseñas, como usar la misma contraseña para diferentes servicios y anotarlas en lugares visibles, sabemos que siguen teniendo dificultades para utilizarlas. Los resultados nos dicen que el 27% de los mexicanos han tenido que abandonar una compra en línea y el 15% no ha podido abrir una cuenta, todo porque han olvidado sus contraseñas“
Esta tecnología de autenticación, aunque muy amable e intuitiva para las personas, también tiene sus riesgos y en caso de ser información sustraída de bancos de información de seguridad, sería mucho más complicada de ser contrarrestada para los usuarios afectados.
Su uso y popularidad tendrá que responder de la misma forma para garantizar no solo la seguridad sino el buen uso de la misma.
La tendencia sigue a la alza y según este mismo informe, el 41% de los usuarios mexicanos utiliza el escaneo facial como medida de seguridad recurrente, aunque en cuanto se trata de información y acceso a datos bancarios, la huella dactilar es vista con mayor confianza, siendo usada por el 52% de los encuestados.
Solamente el 33% sigue utilizando códigos y contraseñas personales, por lo que es de intuir que ese número seguirá bajando.