Este 23 de octubre de 2021 se cumplen 20 años de la salida del iPod, un dispositivo que, si bien no inventó los reproductores de música digital, los perfeccionó, y con ello cambió de manera crucial la industria de la música tal como la conocía la humanidad por aquel entonces.
No exageramos al decir que algo tan universal ahora como es el servicio de Spotify, el iPhone e incluso los smartphones, tal cual los concebimos ahora, no existirían si Apple no hubiera apostado por un sistema de almacenamiento de música portátil; al cual, como es costumbre con los gadgets de los de Cupertino, muchos catalogaban como error, pero que paradójicamente el mundo aceptó con total naturalidad.
Para conmemorar su 20 aniversario, te presentamos un pequeño homenaje al pequeño, valiente e inolvidable iPod, por su cumpleaños y porque ahora nos hace falta más que nunca.
“Sin música, la vida sería un error”
Espacio, sitios de venta y movilidad siempre fueron los problemas a los que se enfrentaron los audiofilos. En la década de los noventa, con los Discman y Walkman se resolvió (más o menos) el problema, pero solo tenías la oportunidad de llevarte unas 25 canciones a donde quiera que ibas. Por otro lado, las computadoras podían albergar miles de ellas, pero salir con una a la calle simplemente no era práctico, seguro o siquiera imaginable.
Cuando escuchamos que Apple, famosa por sus computadoras y uno que otro escandalo, había inventado un aparato del tamaño de un cassette donde se podían almacenar hasta 1,000 canciones, reproducirlas por 10 horas y que se alimentaba del novedoso Mp3, no pudimos resistirnos. Era la primera vez que teníamos toda esa posibilidad de descubrimiento y disfrute en nuestras manos.
Un mercado que recién se estaba acostumbrando al Internet y al traspaso de archivos digitales, vio en el iPod de Apple un invento irresistible, una promesa de un futuro nunca antes visto, el de la inmediatez, la portabilidad, y la virtualidad… y todo eso comenzaba por algo tan vital y básico como la música que escuchábamos todos los días.
La revolución que no sentimos
iPod vendió solo 380 mil unidades en su primer año, pero las ventas del experimento fueron lo suficientemente prometedoras para que la compañía de Steve Jobs lanzara cada año una renovación del dispositivo, cada uno más familiar y popular que el anterior. Apple logró un pico de ventas en el 2009 cuando, sumando las gamas Classic, Nano, Shuffle y Touch, logró vender 22,7 millones de iPod’s en todo el mundo y la cosa hubiese seguido así de no haber sido por el enorme éxito del iPhone en 2007.
Si bien el iPhone marcó el principio del fin del iPod, los usuarios vivieron una “luna de miel” con los reproductores de Apple donde experimentaron, familiarizaron y finalmente asimilaron la nueva tecnología, creando una auténtica subcultura basada en las distintas formas de llenar los 5 o 10 GB de tu reproductor de audio. La “luna de miel” duró unos 10 años y los números no mienten: para 2011, se habían vendido 275 millones de iPod’s en todo el mundo.
Sobra decir todo lo que estandarizó el iPod porque ahora son una norma universal, pero el pequeño dispositivo de Apple fue el primero que popularizó la organización de la música digital por listas de reproducción, por álbumes y hasta por artista, todo gracias a la experiencia que tenía Apple con MacOS, pero sobre todo con iTunes, su inconfundible organización de archivos y su bien conocida tendencia por priorizar la experiencia del usuario.
Hoy suena bastante sencillo imaginar una tienda online de archivos digitales, pero ¿te imaginas a alguien pagando por una sola canción en los primeros diez años del 2000? Era una apuesta arriesgada, sobre todo porque un reproductor de ese calibre era una oportunidad dorada para la piratería. Pero Apple logró complementar su más reciente invento a través de otra oportunidad de negocio: la música digital. iTunes nació para hacer más “fácil” el conseguir esas 1,000 canciones.
Además, las cifras revelaron que, pese a la obscena cantidad de piratearía que hubo en la música por aquel entonces, la gente sí compraba (y mucho) sus canciones por 0.99 dólares. Se vivió una época dorada de compras de música y podcast.
10 años de gloria y luego el retiro progresivo
Año con año, iPod recibió actualizaciones a su diseño: más memoria, mejor batería, la rueda de desplazamiento, pantalla a color, capacidad para visualizar fotos y luego con video, se hizo chiquito, consiguió pantalla táctil y hasta conexión a Internet. Pero en un punto de su vida se transformó en un ícono (y no de la cultura pop), sino en un pequeño ícono de un proyecto mucho más grande… el iPhone.
Para cuando llegó el primer smartphone de Apple, los liderados por Steve Jobs ya tenía el dominio de las tiendas digitales de música y películas, y el beneficio de los reproductores de contenido ya estaba más que comprobado.
Lo que siguió fue solo evolución darwiniana, o sea mera adaptación. Aunque el iPod siguió recibiendo algunas actualizaciones y nuevos modelos, estaba claro que ya no había necesidad de contar con uno de estos dispositivo, porque iPhone hacia lo mismo, mejor y con muchas más posibilidades.
En 2019 fue el último año que tuvimos noticias del iPod. Apple lo jubiló y, aunque todavía existe el iPod Touch, el ecosistema de iOS nos ha dejado sin un dispositivo exclusivo para reproducir música por parte de los creadores del iPod. Sin embargo el enorme legado de iPod está aquí, implícito, generalizado, cada que sales con tu teléfono al ritmo que prefieras o cuando contratas Apple Music.
Al igual que nuestro cumpleañero, iTunes de algún modo dejó atrás su concepto inicial para transformarse en un servicio de streaming de música: Apple Music. Al ritmo que marcaba la industria, Apple dejó de pensar en vender canciones de un dólar o quemar discos para ofrecer uno de los catálogos más grandes de todos los tiempos a través de un sistema de suscripción, la manifestación más grande de una frase que se popularizó junto al iPod: music in your pocket.
Y henos aquí, 2021, un año ciertamente extraño lleno de servicios de streaming y contenido digital desquiciadamente extenso y complejo, donde un algoritmo te puede decir qué canciones combinan con tu estado de animo y qué artista te puede gustar de acuerdo con tus tendencias de compra. Pero todo inició en 2001, cuando Steve Jobs apoyó la idea del ingeniero Tony Fadell y crearon, en conjunto, un sencillo reproductor de audio que hizo felices a millones de melómanos.
¿Necesitamos que regrese el iPod?
Aunque es ridículo comparar un iPhone 13 con un iPod de primera generación, sucede que este sigue siendo mejor para el simple acto de escuchar música, al menos sentimentalmente hablando.
iPod no solo era un gadget, era una objeto de culto que te conectaba de manera más intima con la música y donde te hacías cargo de su organización, tú curabas tu contenido… tener un iPod y llenarlo de canciones era un acto de conciencia; era incluso un ejercicio de autodescubrimiento que ocurría mientras estabas aislado en tu cuarto, tal como otras generaciones experimentaron con los vinilos, los cassettes y los discos compactos.
Hoy, pese a todas las maravillas del streaming, la relación con nuestra música luce más vacía que nunca, indiferente y llena de distracciones, lo que dificulta la aparición de la música como experiencia y reafirmación de nuestra personalidad. ¿El iPod debería volver? Nosotros diremos que, a favor de la conexión íntima con el trabajo de los artistas, claro que sí.