Se trata de una historia tan cotidiana como conocida. Compramos un teléfono móvil nuevo y, durante un tiempo, la batería funciona a las mil maravillas. Salimos a la calle, con el teléfono cargado al cien por cien, pasamos todo el día en el trabajo y, aún así, todavía nos queda carga más que suficiente para el viaje de vuelta a casa.
Sin embargo, pasados unos meses (alrededor de un año, aproximadamente), todo parece haber cambiado: prácticamente podemos empezar a ver cómo el medidor de la batería se reduce cada vez más, y más rápido, siendo común que mantengamos el modo de ahorro de energía activado durante la mayor parte del tiempo.
Claramente, algo ha cambiado. Pero, ¿por qué las baterías de los teléfonos inteligentes parecen fallar tan rápido? En algunos aspectos, el cierto, el problema lo encontramos en que este tipo de dispositivos requieren más energía que nunca gracias a que disponen de procesadores más complejos y pantallas más grandes, mientras que las baterías se están volviendo más pequeñas a medida que las compañías diseñan teléfonos más delgados.
¿Cómo funciona la batería de un teléfono móvil?
Los teléfonos inteligentes, como ocurre con la mayoría de los dispositivos electrónicos portátiles, utilizan baterías de iones de litio, porque son bastante más livianas y ligeras que otras baterías. Y porque, además, mantienen su carga durante mucho más tiempo.
Funcionan moviendo iones de litio entre dos electrodos: un cátodo de óxido de litio-cobalto y un ánodo de carbono (grafito). Cuando cargamos la batería, los iones tienden a acumularse en el ánodo. Y, cuando se descarga (para alimentar un dispositivo), los iones acaban regresando al cátodo. Es lo que se conoce como “ciclo”, y es una parte aceptada y común del diseño de la batería de iones de litio.
Si este proceso fuera cien por cien eficiente, la batería nunca empeoraría. Pero, como no lo es, cada vez que la cargamos, una película de átomos de litio permanece adherida al ánodo, reduciendo su capacidad. Si los iones no pueden moverse, no pueden transferir su carga, por lo que no pueden proporcionar energía. Así, la próxima vez que volvamos a cargar el dispositivo, terminará por depositarse una nueva capa.
De esta manera, una vez que el proceso se repite unos cuantos cientos de veces, es el momento en el que empezaremos a observar una caída notable en la cantidad de energía que puede almacenar la batería.
Lo mismo ocurriría con el cátodo, donde también se podría desarrollar una capa similar debido a lo que los expertos denominan como “oxidación de electrolitos”. Cuanto más se caliente una batería (o, por ejemplo, cuanto mayor sea su voltaje), más rápida y dañina será la reacción. A su vez, las capacidades reactivas del cátodo se ven reducidas de inmediato, ocasionando una pérdida de capacidad repentina e irreversible.
¿Es adecuado volver a cargar la batería sin que se haya descargado del todo?
Llegados a este punto, es normal que nos preguntemos si es recomendable descargar completamente la batería de nuestro teléfono móvil antes de volverla a recargar de nuevo. Y es que tiene sentido pensar que, al esperar hasta el momento en que la batería se encuentre completamente descargada para volver a enchufarla, disminuye el número de ciclos de cargas que debe soportar la batería.
Sin embargo, la realidad es bien diferente: a las baterías de iones de litio que utilizan prácticamente todos los productos electrónicos de consumo (entre los que se encuentran los teléfonos inteligentes) no les “gusta” mucho que se descarguen por completo.
En realidad, existe mucha acción en el interior de la carcasa de la batería a medida que los electrones pasan del ánodo al cátodo a través de una serie de amortiguadores de electrolitos que se encargan de regular el flujo. Siempre que haya una cantidad de carga relativamente constante en el interior de la batería, este ciclo causará poco desgaste en la arquitectura interna de la batería.
Es más, de acuerdo a algunas estimaciones, la descarga completa, y con frecuencia, de una batería puede reducir su capacidad en un 70 por ciento en 300 a 500 ciclos de carga.
Y los problemas empiezan cuando una batería se ha descargado completamente (o cuando se mantiene al cien por cien de carga). Forzar al cátodo a cargarse por completo desde cero ocasiona la degradación de los materiales físicos, así como reacciones potencialmente adversas en el interior de la solución de electrolitos.
Entonces, ¿Cómo podríamos extender la vida útil de la batería?
El rango de funcionamiento seguro de una batería de iones de litio oscila entre el 30 al 80 por ciento, por lo que, lo ideal, es evitar que la batería de nuestro teléfono móvil se descargue por completo y controlemos su nivel de carga para reducir el riesgo de que se apague.
Pero también es aconsejable no cargar la batería al 100%. Puede parecer contrario a la intuición, pero, a menos que necesitemos una carga completa, la batería funcionará muchísimo mejor con una carga parcial.
Lo mismo ocurriría con aquellos dispositivos que no vamos a usar durante un tiempo. Lo ideal es mantenerlos parcialmente cargados.