Las personas a las que las arañas les causan pavor no deben estar especialmente contentas con este avance. Sin embargo, los científicos que las han convertido en pinzas mecánicas creen que podrían tener beneficios tangibles. El invento ha sido bautizado con el nombre de "necrorobot".
Todo empezó cuando Faye Yap, una de las investigadoras y estudiante de ingeniería mecánica, vio una araña muerta acurrucada en el pasillo y se preguntó si podría emplearla como pieza de un robot. Las patas de estos animales pueden agarrar objetos grandes, delicados y de forma irregular con firmeza y suavidad sin hacerlos pedazos.
Yap y un equipo de investigadores de la Universidad Rice (Estados Unidos) se pusieron a trabajar para hacer precisamente eso, que las patas de una araña lobo (Lycosa tarantula) muerta se desplegaran y atraparan objetos. A este nuevo tipo de robótica la han llamado “necrobótica”.
Las patas de las arañas no poseen músculos para extenderse, sino que el movimiento se realiza por presión hidráulica. La cámara prosomática se contrae y envía líquido corporal interno a las patas. De esta manera se extienden.
Los científicos introdujeron una aguja con la punta sellada en la cámara del prosoma de la araña. Una pequeña bocanada de aire a través de la jeringa bastó para activar las patas de la araña, logrando un rango completo de movimiento en menos de un segundo.
"Cogimos la araña y le colocamos la aguja sin saber qué iba a pasar", dice Yap en un vídeo publicado en la web de la Universidad de Rice. "Teníamos una estimación de dónde queríamos colocar la aguja. Y cuando lo hicimos, funcionó, la primera vez, a la primera. No sé ni cómo describirlo, ese momento".
Los científicos lograron que el artrópodo muerto se agarrara a una pequeña bola y utilizó ese experimento para determinar una fuerza de agarre máxima de 0,35 milinewtons. También pudo recoger objetos delicados y aparatos electrónicos, incluso retiró un cable de puente unido a una placa eléctrica y movió un bloque de espuma de poliuretano. También demostraron que la araña podía soportar el peso de otra araña del mismo tamaño.
Cuando una araña muere, el sistema hidráulico que le permite extender las patas deja de funcionar. Los músculos flexores entrar en rigor mortis, pero, como estos solo funcionan en una dirección, la araña se enrosca.
Tal y como apuntan los investigadores en su artículo publicado en Advanced Science, la mayoría de los componentes robóticos son bastante complicados de fabricar. Las arañas también son complejas y abundan. "El concepto de necrobótica propuesto en este trabajo aprovecha los diseños únicos creados por la naturaleza que pueden ser complicados o incluso imposibles de reproducir artificialmente", dicen los investigadores.
Además, las arañas son biodegradables, por lo que su uso como piezas robóticas reduciría la cantidad de residuos que se generan en la industria robótica. "Una de las aplicaciones para las que podríamos ver esto es la micromanipulación, y eso podría incluir cosas como dispositivos microelectrónicos", dice Preston en el vídeo.
Uno de los inconvenientes de la pinza de la araña muerta es que empieza a experimentar cierto desgaste tras dos días o después de 1 000 ciclos de apertura y cierre. "Creemos que eso está relacionado con problemas de deshidratación de las juntas. Creemos que podemos superarlo aplicando revestimientos poliméricos", explica Preston.
Los investigadores experimentaron cubriendo las arañas lobo con cera de abeja. Descubrieron que la disminución de su masa era 17 veces menor que la de la araña sin recubrimiento a lo largo de 10 días, lo que significaba que retenía más agua y su sistema hidráulico podría funcionar más tiempo.