Durante el primer año de pandemia se produjo un descenso sin precedentes en emisiones de carbono, gracias a la imposibilidad de viajar o visitar la oficina. Sin embargo, pronto este reajuste ecológico se disolvió tras la reactivación de actividades sociales, dejando como expectativa la recuperación de niveles de carbono pre-pandemia.
A medida que más personas vuelven a la oficina, incluso en modalidades híbridas, las emisiones de carbono de edificios y campus han pasado a primer plano.
En promedio, los edificios generan 40% de emisiones globales de carbono, mientras que las operaciones de los edificios son responsables de 28% de ellas, de acuerdo con datos compartidos por Huawei.
Las redes no pueden apagarse
La mayoría de los edificios modernos apagan las luces y el aire acondicionado cuando no hay nadie en ellos. Este uso de la climatización basado en la demanda disminuye las emisiones de carbono y reduce las facturas de los servicios públicos, pero el elefante en la habitación son los servicios de red.
A diferencia del aire acondicionado y la iluminación, las redes deben estar disponibles todo el día y sin límite de tiempo.
Mantener las redes en funcionamiento en todo momento y garantizar que sean estables consume una cantidad considerable de electricidad. Un edificio de oficinas con 2,000 usuarios que utilizan una red convencional consume hasta 83,000 kW/h de electricidad al año. Si esta energía no procede de fuentes renovables, se convierte en un enorme emisor de carbono.
Este consumo de energía de las redes tradicionales no hará sino aumentar a menos que se realicen cambios importantes en la arquitectura y la tecnología de las redes. Y es que nos dirigimos a una era donde todo está conectado.
IDC pronostica que para 2025 habrá más de 14,000 millones de terminales sin IoT y 41,000 millones de terminales IoT conectados. Esta afluencia de conectividad acelerará la expansión de las redes de campus, elevará los costos de despliegue, operaciones y mantenimiento (O&M) de la red y también incrementará el consumo de energía.
Tendencias y retos de la red
La tecnología inalámbrica ha sido un elemento favorecedor para los usuarios de las redes. La gente ya no está atada a escritorios o salas específicas cuando quiere conectarse, y la conectividad del campus puede incluso extenderse al exterior. Pero las terminales Wi-Fi necesitan actualizaciones periódicas y no resulta sostenible tener que sustituir el cable cada vez que se requiera una actualización. Además, depender del cable de la sala de extra baja tensión (ELV) a cada escritorio restringe la expansión de la red porque hay que desplegar un nuevo cable cada vez que se añade una nueva terminal.
Otro problema de la red existente es el exceso de ancho de banda debido a la red de tres capas. El resultado es que, cuando la conectividad llega al usuario, el ancho de banda realmente disponible es muy bajo y no satisface las necesidades de ancho de banda de los puntos de acceso Wi-Fi 6.
El último problema de las redes de campus existentes tiene que ver con la afluencia de terminales IoT. A medida que la red se expande, las operaciones y el mantenimiento se vuelven complejos. Las arquitecturas que no son flexibles generan costos elevados para la ampliación de la capacidad de las terminales y a un lento aprovisionamiento.
Redes de campus: inteligentes y ecológicas
La red de campus inteligente con bajas emisiones de carbono de Huawei supera los problemas de las arquitecturas de red tradicionales de varias maneras innovadoras. En primer lugar, la red se simplifica de tres capas a dos, lo que reduce el número de nodos gestionados en un 80%.
De esta manera, la red inteligente también permite utilizar un solo cable para varias terminales, que sustituye el antiguo modelo de un cable por cada terminal, lo que reduce la cantidad de cableado de red en más de un 75%.
También utiliza un switch central para ampliar los puertos de forma flexible en función de las unidades de rack (RU) y admite el acceso unificado de hasta 3000 terminales.
A nivel de escritorio, se pueden desplegar unidades de rack de la serie CloudEngine 55731-L-RU. Con ello se elimina el cableado desde el switch de acceso en la caja o sala de ELV hasta las terminales; por ejemplo, una RU de cuatro puertos disminuye el número de cables necesarios de cuatro a uno, aligerando a su vez la carga de trabajo de cableado en un 75 % o hasta un 87.5 % cuando se utiliza una unidad de rack de ocho puertos.
Esta solución representa un sueño alcanzado con un solo dispositivo de acceso para todo el edificio. Además, los dispositivos son “plug and play”, no requieren configuración ni gestión, con lo que cumplen el objetivo de “una red como un dispositivo”.
La red de campus inteligente con bajas emisiones de carbono garantiza la continuidad de la red sin suministro de red local mediante el soporte de PoE secundario. Este PoE también permite longitudes de conectividad superiores a 300 metros y un suministro de energía superior a 60 W. Al mismo tiempo, los cables híbridos ofrecen un gran ancho de banda para la transmisión ultrarrápida de datos, lo que allana el camino para una evolución fluida de la red. Este cableado único apoyará la evolución de la red durante los próximos 15 años.
Resultado final: ahorro de costos y administrativos
La red con bajas emisiones de carbono utiliza unidades de rack sin ventilador con chips de alta eficiencia energética. Cada unidad de rack consume menos de 7 W de energía, y el consumo medio de un solo puerto es inferior a 1 W. Esto significa que la solución utiliza alrededor de un 30 % menos de energía que la media de la industria.
Por tanto, un campus de oficinas con 2000 usuarios podría conseguir un 38 por ciento menos de costes de inversión, incluidos los costes de adquisición y despliegue de dispositivos, cables y armarios. La misma red también lograría un recorte del 30 por ciento en el gasto de electricidad de toda la red, ahorrando 25,193 kW/h al año, lo que equivale a reducir el uso de 101,000 toneladas de carbón estándar o la plantación de 1395 nuevos árboles.