2023 ha sido testigo de un cambio significativo en la percepción y el uso de la inteligencia artificial (IA). Lo que una vez fue material de ciencia ficción, ahora se ha convertido en una herramienta diaria para millones de personas. Este cambio ha generado tanto entusiasmo como preocupación, impulsando debates sobre la regulación y el potencial de la IA.
La popularidad de la IA se disparó con ChatGPT de OpenAI, lanzado en noviembre de 2022. Este chatbot capturó la atención mundial, iniciando una carrera entre los gigantes tecnológicos para desarrollar sus propias versiones. Microsoft, por ejemplo, invirtió 13,000 millones de dólares en OpenAI y utilizó GPT-4 para potenciar Bing. Google no se quedó atrás, lanzando Bard y luego Gemini, un modelo de IA aún más avanzado.
Incluso Meta, conocida por sus esfuerzos en el metaverso, se sumó a esta tendencia, promoviendo una IA abierta y gratuita. La popularidad de la IA se manifestó en redes sociales, con un aluvión de imágenes y videos generados por IA, así como capturas de conversaciones con estas herramientas.
Sin embargo, el rápido avance de la IA ha generado preocupaciones. Los usuarios han notado que las respuestas de la IA no siempre son precisas y pueden resultar en "alucinaciones" digitales. Un ejemplo notorio fue el de abogados que presentaron argumentos legales creados por ChatGPT. Esto puso de manifiesto la necesidad de una regulación cuidadosa para evitar el uso indebido de la IA en campos críticos como la medicina.
La IA también ha planteado desafíos en materia de derechos de autor, con personalidades como George R.R. Martin y Sarah Silverman acusando a empresas de IA de usar indebidamente su contenido. Asimismo, se generó controversia con imágenes generadas por IA que circulaban sin marcas de agua, causando confusión.
A nivel político, tanto el equipo de Donald Trump como el de Ron DeSantis utilizaron contenido generado por IA en sus campañas. Esto ilustra cómo la IA puede influir en el ámbito público y político.
La preocupación por los riesgos potenciales de la IA alcanzó su punto álgido con una carta firmada por más de mil empresarios e investigadores tecnológicos, que pedía una pausa en el desarrollo de sistemas de IA más avanzados que GPT-4. Esta llamada de atención fue seguida por advertencias de expertos sobre los riesgos existenciales de la IA, comparables a los de las pandemias o la guerra nuclear.
Finalmente, la Unión Europea tomó la iniciativa en la regulación de la IA, estableciendo la primera legislación importante en el mundo occidental. Esta ley clasifica y regula la tecnología según el riesgo que representa para las personas, buscando equilibrar la innovación con la seguridad y la ética.
En resumen, 2023 ha sido un año crucial para la IA, marcado por avances tecnológicos impresionantes, pero también por la necesidad imperante de una regulación y un uso consciente y ético de esta poderosa herramienta.