En una sorprendente vuelta de los acontecimientos, el gigantesco robot policía conocido como "K5", encargado de patrullar la concurrida estación de metro de Times Square en Nueva York, ha sido retirado anticipadamente después de apenas tres meses de servicio. A pesar de las expectativas generadas por el alcalde Eric Adams, la máquina, que pesa 200 kilos y se asemeja a la estructura de R2-D2 de Star Wars, no cumplió con las promesas de revolucionar la vigilancia policial en la ciudad.
El androide blanco, desarrollado por la marca Knightscope, fue presentado como el futuro de la seguridad ciudadana el año pasado. Sin embargo, su presencia mayormente estática y su movilidad limitada en escaleras no cumplieron con las expectativas. Durante gran parte de su corta vida laboral, "K5" se encontraba estacionado y cargando baterías en un local vacío del metro, según informó The New York Times el viernes.
El anuncio de la retirada del robot generó críticas y controversias, especialmente por parte de organizaciones de la sociedad civil. La Legal Aid Society, una de las denunciantes, acusó al alcalde Adams de distraerse al aplicar "soluciones de alta tecnología a problemas antiquísimos". Además, consideró a "K5" como un "gasto innecesario" sin propósitos "legítimos" de seguridad.
La polémica en torno a este robot se intensificó debido a su capacidad de grabación en alta definición y su tecnología de reconocimiento facial, a pesar de las afirmaciones del alcalde de que no se utilizaría esta última. La Legal Aid Society ya había expresado su preocupación el verano pasado sobre el despliegue de tecnologías de vigilancia bajo el mando de Adams, incluyendo también el perro robot DigiDog.
A pesar de las críticas, ni la Alcaldía ni la Policía han revelado el costo total del breve servicio de "K5". En septiembre pasado, Adams afirmó que el alquiler del robot tenía un costo de "nueve dólares por hora", aunque no se proporcionaron detalles adicionales.
Este incidente ha reavivado el debate sobre el uso de tecnologías de vigilancia en el ámbito público y plantea preguntas sobre la efectividad y la aceptación de estos métodos en la sociedad. Mientras tanto, las críticas persisten y la ciudad de Nueva York se encuentra nuevamente en el centro de un debate sobre la aplicación de soluciones tecnológicas en la seguridad ciudadana.