La Organización de las Naciones Unidas ha lanzado una advertencia preocupante sobre la rápida expansión de la basura electrónica, superando nuestras capacidades de reciclaje. Según el último informe conjunto del Instituto de las Naciones Unidas para Formación Profesional e Investigaciones (UNITAR) y la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), se proyecta que para 2030 habrá una acumulación de 82 millones de toneladas de desechos electrónicos a nivel mundial, una cifra alarmante que destaca la urgencia de abordar este problema.

En 2022, se generaron 62 millones de toneladas de desechos electrónicos, casi el doble de lo registrado en 2010, con un aumento anual promedio de 2,3 millones de toneladas. Sin embargo, solo se recogió y recicló formalmente el 22,3 % de esta basura electrónica, lo que subraya la brecha significativa entre la generación de residuos y su gestión sostenible.

Los directores del UNITAR y UIT señalaron que el aumento exponencial de los desechos electrónicos se debe a varios factores, como el avance tecnológico, el aumento del consumo, la limitada capacidad de reparación de productos, los cortos ciclos de vida de los dispositivos, la creciente electrificación y la falta de infraestructura adecuada para la gestión de desechos electrónicos.

Europa se destaca como el continente que más desechos electrónicos genera anualmente, con España como uno de los países que supera la media en producción de basura electrónica, con un promedio de 19,6 kg por habitante al año. A pesar de esfuerzos en recolección y reciclaje, se evidencia la necesidad de estrategias más efectivas para abordar este desafío ambiental.

En el caso de México, se generaron 1.500 toneladas de basura electrónica en 2022, posicionando al país como uno de los mayores productores de e-waste, solo detrás de Estados Unidos y Brasil. Aunque se han establecido normativas para su manejo, como lo indica la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), la implementación y supervisión efectiva de estas regulaciones requiere mayor atención y compromiso a nivel estatal.

Es crucial comprender que la basura electrónica no solo representa un problema de gestión de residuos, sino también una amenaza para la salud humana y el medio ambiente. Los componentes tóxicos presentes en estos desechos pueden contaminar suelos, aguas y aire si no se manejan adecuadamente, afectando tanto a las personas como a la vida silvestre y los ecosistemas.

Abordar esta crisis requiere un enfoque integral que promueva la reducción en la generación de desechos electrónicos, el aumento de las tasas de reciclaje y una gestión responsable y sostenible de estos residuos. La concienciación pública, la colaboración entre sectores y la implementación efectiva de políticas ambientales son fundamentales para enfrentar este desafío global y proteger nuestro planeta para las futuras generaciones.