A medida que los paneles solares se vuelven más asequibles y populares, se están generando desafíos inesperados para las redes eléctricas de todo el mundo. A pesar de los beneficios de la energía solar, su expansión masiva está poniendo en riesgo la estabilidad de las infraestructuras eléctricas tradicionales, especialmente en países como Pakistán, Sudáfrica y Líbano.
En países soleados como California y Australia, el autoconsumo solar ha llevado a días de sobrecarga en la red, lo que pone de manifiesto la necesidad de modernizar las infraestructuras para adaptarse a la intermitencia de las energías renovables. En Pakistán, por ejemplo, el elevado costo de la electricidad ha impulsado a empresas y hogares a optar por sistemas solares, lo que les permite evitar pagar facturas altas, pero también pone en aprietos al sistema eléctrico nacional.
En Sudáfrica, los cortes de energía masivos han llevado a la instalación de paneles solares y baterías por parte de usuarios, lo que, si bien resuelve parcialmente el problema de la interrupción, está generando un endeudamiento significativo en las empresas que aún dependen de la red estatal. En Líbano, la falta de electricidad de la compañía estatal ha multiplicado las instalaciones solares, pero ha resultado en un colapso adicional del sistema eléctrico.
Esta tendencia genera una brecha, ya que las instalaciones solares privadas incrementan los costos fijos de mantenimiento de las redes eléctricas, que recaen sobre una menor base de usuarios. Esto provoca que quienes no pueden permitirse sistemas solares, generalmente los más pobres, deban afrontar tarifas más altas, lo que puede acelerar la desconexión de la red.
En Europa, para enfrentar estos desafíos y modernizar las infraestructuras, se necesitarán inversiones anuales de entre 65,000 y 100,000 millones de euros. Mientras tanto, la Unión Europea impulsa el autoconsumo solar sin establecer mecanismos de tarificación sostenibles, lo que aumenta los costos fijos y crea un círculo vicioso en el que más usuarios se desconectan.
La solución podría pasar por proyectos internacionales, como un cable transatlántico entre América y Europa, que permita compartir energía renovable y suavizar los picos de demanda, pero estos proyectos son costosos y complejos. Así, el auge de la energía solar, aunque beneficioso en muchos aspectos, también está poniendo a prueba la capacidad de las redes eléctricas para adaptarse a este nuevo modelo energético.