Además de la levitación —al estilo de los trenes Maglev—, para que los LED se iluminen la bombilla recibe la electricidad a través del aire recurriendo a la resonancia magnética —el mismo método estudiado y desarrollado por Nikola Tesla hace ya un siglo.
Para la transmisión de inalámbrica de electricidad —aplicada actualmente, por ejemplo, para la carga de algunos móviles y de los cepillos de dientes eléctricos— se emplean dos bobinas con la misma frecuencia de resonancia.
Una de las bobinas, la fuente, se alimenta con una corriente eléctrica que genera un campo magnético. El campo magnético provoca que la bobina receptora, que tiene la misma frecuencia de resonancia, vibre produciendo la corriente eléctrica que enciende los LED.
Una pena del asunto es que la lámpara Flota que funciona exactamente igual —con electroimanes para mantenerla en el aire y transferencia inalámbrica de electricidad para iluminarla— fue desarrollada hace ya algunos años, en 2009, en el UBXLAB Magnetisme de la Universidad de Barcelona.
Pero de aquella lámpara no se volvió a saber nada, mientras que ésta ya lleva recaudados casi el doble de los fondos pedidos a través de Kickstarter para fabricarla y comercializarla a unos 250 euros la unidad. [Microsiervos]