Automatización. Versión moderna de la mecanización. Agrupa un conjunto de procesos, códigos de software y dispositivos dehardware empeñados en liberar al ser humano de su propia humanidad a una velocidad y eficiencia pasmosas. Gracias a ella los aviones ya vuelan solos, y pronto será innecesaria la labor de conductores, médicos, periodistas o profesores, reducidos a meros vigilantes de pantallas.
‘Big data’. Son los océanos de información digital almacenada en Internet, donde pastan, crecen y se ordeñan los miles de millones de petabytes que producen los usuarios globales con los inocentes clics ylikes que regalan por la galaxia virtual. Estos universos de datos se recopilan, cruzan y se correlacionan siguiendo complejos logaritmos para desgranar nueva información sobre estados de ánimo, costumbres íntimas y patrones de conducta. El big data es el alimento de los gigantes de Internet para vender y vapulear al ciudadano/consumidor.
Conectividad. Lengua franca de los cacharros electrónicos que, a través de tecnologías alámbricas o inalámbricas, hacen el amor, se cruzan sus datos, se autorreparan o emigran de un lado a otro, como las personas.
ePub. Formato digital con el que se ha jibarizado al libro analógico hasta reducir cualquier volumen a unos pocos bytes de tamaño. El libro electrónico quiere cargarse al papel y habitar en smartphones, lectores de tinta digital y tabletas para que cada uno transporte consigo bibliotecas enteras sin olor ni sabor. Aunque hay quien dice que leer ya no tiene sentido porque todo está a golpe de clic.
Facebook. Es el patio de vecinos 2.0, una comunidad virtual cuyos habitantes se saludan por las escaleras, se dan consejos, besos y pésames, se espían de visillo a visillo y comentan los titulares de los periódicos, si acaso leen periódicos entre sesión y sesión. Los más paranoicos dicen que Facebook vive de espiarlos y venderlos como mercancía virtual.
‘Geek’. Obseso de los cacharros electrónicos y la vida digital. Algunos son capaces de acampar en la calle a la espera del lanzamiento de un nuevo producto.
GPS. Sistema de navegación por satélite que sitúa a cualquier persona en el centro del mundo y le indica cómo llegar hasta su destino, incluso más allá de la esquina. Antes de su aparición, las personas solían utilizar el hipocampo –la parte del cerebro relacionada con la memoria– para orientarse.
Hipervínculo. Es la liana básica que compone la red de Internet, el cañamazo desde donde la información viaja, se empaqueta y se hiperrelaciona entre sí dando lugar a las marañas de datos digitales que algunos llaman conocimiento y otros ruido. Indispensable.
Nube. Paraíso habitado por los miles de millones de petabytes que genera el Internet planetario. Paradojas de la mitología contemporánea, la nube no está en ningún Olimpo ultraterreno, sino en granjas de discos duros ubicadas en regiones remotas de este planeta interconectado. En la nube, y por la gracia de Dios, están nuestras fotografías, e-mails, historial médico y nuestra hoja criminal.
Meme. Hace referencia a la unidad mínima de información, ya sea una idea concreta o un símbolo que viaja por la galaxia viral de Internet. Derivado de la palabra griega “mimema” (“algo imitado”), memes sonados han sido la niña de los desastres que sonreía a la cámara mientras su casa ardía o los millones de gatos que saturan el cablemódem.
Multitarea. Se refiere a la capacidad de un dispositivo de realizar más de dos tareas a la vez sin saturar su memoria RAM, algo que puede aplicarse también a los hiperexcitados cerebros contemporáneos, adictos a recibir y clasificar la información a partir de pequeños y constantes impulsos que fragmentan su atención.
Privacidad. Una de las pestañas de las distintas redes sociales más difícil de configurar y que la compañía de turno cambia constantemente respetando, dicen, un “profundo compromiso con los usuarios”.
Obsolescencia programada. Pecado original de los dispositivos electrónicos, oculto en forma de chip secreto o resbaladizo código de software. Al cabo de un tiempo funcionando perfectamente, este ser obsolescente que habita a nuestro querido electrodoméstico, sea lavadora, secador de pelo o bombilla, terminará por poseerlo. Una vez conquistada su voluntad, lo llevará a cometer un silencioso haraquiri y librarse de sus funciones por muerte electrónica.
Siri. Así se llama la criatura maravillosa, educada y eficiente que vive dentro de los teléfonos y tabletas de Apple. Siri querría ser como HAL 9000, el ordenador de 2001: Una Odisea en el espacio, un portento de inteligencia artificial, pero se conforma con escribir al dictado correos electrónicos y mensajes de texto sin confundirse demasiado. Algunos sostienen que es un robot. Otros dicen que es un coñazo.
‘Scrolling’. Acto de pasar páginas web con la rueda del ratón, avanzando rápidamente entre una información concreta con la intención de adivinar en una rápida ojeada aquello importante que se necesita saber. Ya hay quien dice que hacer scrolling es un sinónimo de malgastar la existencia.
‘Smartphone’. Móvil al que se le ha dado inteligencia y con ella, categoría de persona, de familia, de colega. El smartphone es el confesor de su usuario, que le confía su agenda y su intimidad, lo guarda junto al corazón o el sexo o en el mejor rincón de un bolso. Elsmartphone se clasifica en generaciones, como los poetas, y de él dicen que es progreso, comunicación y humanidad. En realidad es un robot.
Tableta. Especie de smartphone hipervitaminado al que han hecho crecer su pantalla para que los niños la toquen e inventen el mundo, mientras los adultos siguen pensando para qué sirve un smartphonesin llamadas de semejante tamaño.
Tinder. Una de esas comunidades imprescindibles para el ligoteo contemporáneo. Funciona como un juego en forma de app para móvil en la que los usuarios deciden quién le gusta y quién no, posibilitando encuentros gracias a los servicios de localización.
Whatsapp. Interrupción constante de la atención en forma de mensaje instantáneo a través de Internet entre teléfonos inteligentes. Muy aficionado a moverse en grupo, los wasaps repiquetean miles de veces al día en los smartphones de media España.
‘Wearable’. Así le llama el ciudadano de la modernidad a la tecnología “vestible” que uno se pone encima, ya sea una pulsera listísima que cuenta las calorías (para después burlarse del usuario mediante una app) o un reloj inteligente con el que aprenderemos a enviar e-mails desde la muñeca.