En abril de 2012, cuando Facebook compró Instagram, las reacciones no se hicieron esperar. Medios y analistas estaban de acuerdo en algo, la adquisición de una compañía que no generaba ingresos de ningún tipo no tenía sentido. Además, tan sólo hacía 6 días que se había lanzado la versión para smartphones con Android, por lo que la base de usuarios era “minúscula” en aquel momento, 30 millones de usuarios. La compra se cerró en 1000 millones de dólares, cuando para muchos la compañía no valía más de 500 millones.
Con el tiempo, Mark Zuckerberg y su equipo han demostrado no sólo tener la razón con la compra, sino haber sabido desde el comienzo de la operación el potencial de Instagram. De ser una aplicación lanzada como reducto para la nostalgia mediante filtros de dudosa calidad, la dirección que Instagram ha seguido ahora abarca todo el espectro de los millenials, que la utilizan constantemente para contar su día a día. La empresa también vio el potencial de que los usuarios se pudieran comunicar por privado, y a día de hoy se ha convertido en uno de los principales métodos que el público joven utiliza para ligar. Ver una foto, darle a like, y enviar mensaje privado. No puede ser más sencillo.
Sin embargo, el gran éxito de Instagram no ha sido crecer (incluso superar a Twitter en usuarios únicos al mes), sino convertirse en la auténtica arma publicitaria de Facebook, que ya ha rentabilizado de sobra la compra y espera poder seguir haciéndolo en el futuro. Frente a otras redes sociales, Instagram muestra publicidad de calidad y bien enfocada a su público potencial, por lo que es mucho más común hacer click en el contenido mostrado que en el de la empresa matriz, Facebook. La idiosincrasia de la red social hace posible, además,la figura del instagrammer de moda que se publicita y logra vivir del product placement de las marcas, es el medio clave para lograrlo.
Otros grandes éxitos de Instagram han pasado por ir matando o haciendo irrelevantes a sus competidores. En vídeos cortos reinaba Vine, hasta que Instagram decidió que los usuarios podrían compartir sus vídeos en la red, aumentando su duración hasta 15 segundos, cifra que ha ido creciendo con el tiempo hasta el minuto actual. Mientras que Twitter ha anunciado que Vine finaliza su actividad, el vídeo en Instagram pasa por su mejor momento. Lo último, y más inesperado, ha sido copiar literalmente el modelo de las historias de Snapchat con Stories, una función integrada en la app que permite compartir durante un día vídeos cortos y fotos estáticas o con movimiento adornadas por máscaras y letras llamativas. En pocos meses, Stories ya tiene más de 100 millones de usuarios, mientras parece que Snapchat tiende a convertirse en un desierto. Sí, Mark Zuckerberg siempre gana.
¿Qué depara el futuro? Es pronto para saberlo, pero Instagram debe seguir buscando vías para la monetización. Recientemente, la red social ha comenzado un proceso de pruebas en el que integrará compras directamente en la aplicación móvil. Es decir, no habrá que salir mediante enlaces a tiendas ajenas, sino que desde la propia red social se podrá adquirir un producto para recibirlo sin intermediarios. ¿Qué genera esto? Intagram puede ganar dinero con cada compra realizada, obteniendo un porcentaje variable del precio que el usuario paga, pero además, puede seguir conociendo mejor a sus usuarios, lo que siempre redunda en publicidad más efectiva. | Blogthinkbig