Sin duda alguna, las características de nuestras ciudades están determinadas por elementos variados e incluso cotidianos, que van desde edificios icónicos centenarios, hasta personalidades que deambulan por sus calles. Es por esto, que el significado de nuestros espacios está dado, además de por sus características físicas o climáticas, también por su gente y memoria.
Es probable que estas sean algunas de las razones por lo que Morelos es uno de los sitios más visitados en el centro del país; cada fin de semana se registra un incremento del turismo para el disfrute de los atractivos existentes en nuestra entidad. Por supuesto, su localización influye pues resulta relativamente sencillo llegar a él, para quienes vienen desde estados como Puebla, Guerrero, Hidalgo, Querétaro, Tlaxcala, pero sobretodo de la Ciudad de México, lo cual explica el número de visitantes.
En comparación con estos estados, el clima ofrece alguna ventajas; por ejemplo, al tener más de la mitad de la superficie estatal entre los 1,500 y 2,000 metros sobre el nivel del mar existen 4 zonas térmicas: la zona cálida con rangos de temperatura que van de 22°c a 24°c; la semicálida, de 18°c a 22°c; la templada 12°c a 18°c y la semifría de 5°c a 10°c, las más bajas del estado. Con la primacía del clima cálido subhúmedo en casi 90% de su superficie se producen precipitaciones pluviales de entre 800 a 1,000 milímetros, lo cual resulta benéfico para la agricultura, especialmente la producción de caña de azúcar, arroz, sorgo, maíz, así como frutas, flores y plantas de ornato.
Pero también, para los cuerpos de agua más grandes con que contamos, incluyendo, la laguna del Rodeo, famosa por sus lugares de comida donde la especialidad es la mojarra, y el denominado mar de Morelos, aunque yo prefiero llamarlo por su nombre lago de Tequesquitengo, el cual es reconocido a nivel regional por la diversidad de actividades económicas terciarias o prestadoras de servicios, eso a lo que llamamos turismo.
Podríamos seguir platicando de muchas otras características, como la flora y la fauna, sin embargo, me gustaría centrarme en otro tipo de atractivo que incluso podríamos denominar también como turístico, y me refiero a su gente. Para comprender las características que distinguen a quienes aquí habitamos, es necesario conocer nuestras condiciones de vida, comenzando por el hecho de que en una extensión cercana a 4,900 km2 habitamos casi dos millones de personas, convirtiéndonos en el tercer estado más densamente poblado del país, a eso hay que incluirle que prácticamente toda población está concentrada en las ciudades, especialmente Cuernavaca, Cuautla, Jojutla, Zacatepec y zonas aledañas.
Por esta razón, las ciudades son tan importantes para la condición económica del estado, propician un gran mercado de consumo e incentivan el crecimiento de actividades como la prestación de servicios, es decir, la preparación de alimentos, bebidas, compra y venta de inmuebles, comercio al por mayor, pero sobre todo comercio al por menor.
Eso se traduce en ¡Tenemos trabajo!, sí, ¿pero que tipo de trabajo? uno muy precario, sin prestaciones de ley, basado en la Unidad de Medida y Actualización antes conocida como salario mínimo, y que representa un ingreso promedio de $4,500 pesos, lo que ha llevado a aproximadamente 6% de la población a subsistir en la pobreza extrema y a casi la mitad de nosotros a sufrir de alguna carencia asociada con la educación, alimentación, salud, protección social, remuneración económica o acceso a la vivienda, vaya vivimos en un cierto tipo de pobreza.
Esta es la razón, por la que casi 70% de nuestra población trabajadora lo hace de manera informal, pues se convierte en una estrategia que tiene como finalidad la sobrevivencia, por tanto, el tema de la legalidad pasa a segundo plano.
En todo caso me gustaría hacer una pregunta, ¿Recuerdas la vida sin alguna vez haber comprado algún producto a un ambulante? Más fácil, ¿recuerdas la vida sin comerciantes ambulantes? Yo creo que no, han sido parte representativa de nuestro desarrollo como sociedad, quien no recuerda los paseos por las calles de cualquier ciudad, localidad, pueblo, y encontrarte al vendedor de nieves, elotes, esquites, pan, aguas frescas, quesadillas, tacos, dulces típicos, y a la lista agrégale todo lo que recuerdes.
Ahora, trata de hacer memoria, ¿cuáles son las mejores garnachas que has comido en tu vida?, en cuanto lo piensas seguro también te acuerdas de personas, edificaciones, vegetación e incluso costumbres representativas del lugar en donde las comiste, lo mismo pasa con todas las demás cosas que has comprado en las calles de los lugares que visitaste ¿a poco no?, eso también es una clase de turismo, uno ambulante, por que no quitarle el peso peyorativo al termino y reconocer que el ambulantismo es parte esencial en la forma de explorar los lugares que visitamos.
Entonces, al comprarle al señor de la esquina contribuyes en cierta forma a activar la economía, pero sobre todo al desarrollo social de una familia y en el proceso conoces lugares icónicos a través del recorrido de las calles tus calles, que son la máxima expresión del espacio público; sin duda alguna, el uso del espacio público en sus diferentes tipos, es un termómetro de salud social y económica, la cual desde mi perspectiva como morelense no puedo concebir sin los puestos de la esquina.
Mtro. César Augusto González Bazán
Profesor invitado
Escuela de Turismo UAEM