Las cruces de Cuernavaca reflejan los cambios habidos en los propósitos de su uso y las maneras en que se plasman estéticamente, para formar parte de nuestro patrimonio cultural.
Cruz Ecuménica de John Spencer
John Spencer fue un escultor inglés que dejó su impronta en Cuernavaca con obras de arte que conjuntaron elementos pluriculturales, incorporados en armonía con monumentos históricos.
Spencer, además de una vanguardista barda atrial, creó una cruz para el templo de lo Reyes Magos, en Tetela del Monte, en la que fusionó la estrella guía con la cruz cristiana, la estrella de David y la del Islam, logrando un monumento ecuménico.
Cruz campanario exento de Palmira
En la década de los 50 se creó en Palmira un fraccionamiento residencial donde los arquitectos Félix Candela, Manuel Larrosa y Guillermo Rosell realizaron innovaciones urbanísticas que incluyeron esculturas, fuentes, camellones escultóricos y una capilla vanguardista, con una torre campanario exenta en forma de cruz monumental; obras reconocidas en prestigiadas revistas internacionales de arquitectura de la época.
Cruz en la tumba de un mecánico
El campo santo de Ocotepec junto con las ofrendas nuevas, la gastronomía y sus rituales fueron elementos tomados en consideración por la UNESCO para agregar a dicho pueblo en la lista de Patrimonio Mundial, relativa a las conmemoraciones indígenas dedicadas a los muertos.
El cementerio de Ocotepec es un ejemplo de arquitectura fúnebre vernácula, con casas y templos a escala de encendidos colores y un dinamismo cultural que se expresa en recreaciones permanentes, como la cruz de esta tumba integrada con piezas automotrices, dado el oficio de mecánico del difunto.
Cruz de San Jerónimo
A partir del siglo XVI las cruces, reutilizando la práctica prehispánica de contar con monumentos referenciales, se convirtieron en elementos para marcar posiciones y aún para sacralizar espacios.
Cuernavaca, al igual que todo México, vio aparecer cruces atriales y de barrio, hechas inicialmente con el solo herramental de piedra contra piedra, para delimitar y para continuar prácticas procesionales, ahora con sentido de vía crucis, seguramente mezclando ritos propiciatorios de lluvia o erradicación de plagas y enfermedades.
Cercana al templo de San Jerónimo en Tlaltenango, hay una cruz del siglo XVI de manufactura indígena, obra sincrética que conjuntó símbolos cristianos con la visión y factura indígena. Esta y otras cruces de Cuernavaca siguen siendo vigentes y respetadas por sus pueblos, como el hecho de “vestirlas” con lienzos.
Cruces de espejos en el Panteón de la Leona
En el Panteón de la Leona de Cuernavaca destaca una tumba cubierta de espejos con tres cruces que la coronan, con el mismo tipo de ornamentación.
Lo anterior fue continuidad de la casa, con un salón recubierto con espejos que la familia Fraustro tuvo en el centro de la ciudad, hecho que se relacionaba con la belleza de su propietaria y que ha sido motivo de leyendas.