Con la llegada del otoño empieza a cambiar el paisaje, se torna más amarillo, más naranja o anaranjado, todo el ambiente huele a cempasúchil y en las casas se ve un movimiento distinto, la gente va de un lado a otro, pica papel china con el que adornará cada especio de la casa, recorta estrellas plateadas y doradas, cuelga angelitos y comienzan a hilar con popotes, flores y conos lo que será la ofrenda de este año. Casi todas las personas acuden al panteón y comienzan a limpiar las tumbas, a repintar las letras, en su mayoría doradas, empiezan los recuerdos a flotar por todo el panteón y comienzan las pláticas en torno a la tumba del ser querido.
El ritual comienza pintando las tumbas, quitando las yerbas, luego se pone la veladora y se reza y así comienza la celebración del Día de muertos, cada familia a su ritmo y posibilidades. También cambia el paisaje comercial, los negocios comienzan a reemplazar la mercancía por la de temporada; por aquí disfraces, por allá ceras, veladoras, piloncillo, calaveritas de azúcar, de chocolate y de alegría, esqueletos, calabazas. Las mezclas entre culturas nos hacen celebrar halloween y Día de muertos en una sinergia por demás abrumadora, nos resistimos a los embates del halloween y tratamos de rescatar, trasmitir nuestras tradiciones y luchamos como cada año por convivir un año más en armonía, el olor a pan recién horneado, mezclado con notas de copal que se cree que es el aroma que ahuyenta los malos espíritus, que se usaba desde épocas anteriores para ofrendar a los dioses. Nuevamente la mezcla de aromas y olores de comida, manteca, hornos de pan, tamales, guisos que usarán para los invitados, los guisos que el difunto prefería, en el caso de algunos su bebida y sus cigarros favoritos.
Por las calles, las personas andan con sus cubetas en el hombro para ir a moler el nixtamal para los tamales, otros más se quedan en casa preparando ponche, ponche de leche, las ceras escamadas. Afuera, abunda la vendimia en las avenidas principales y en las calles aledañas. Los olores y colores permiten reconocer la ubicación de los muertos nuevos que han dejado sus casas, pero que ahora regresan a comer y a abrazarse en el recuerdo de sus familiares. Ahora, con la tecnología es más fácil, se publica en grupos de redes sociales el lugar, el nombre del difunto y los horarios de rezos y así la gente llega, incluso saben lo que habrá de comer para ofrendar, la voz se corre rápido en el pueblo, un pueblo que se resiste a perder sus tradiciones, ahogado entre la ciudad y la autopista, conservando aún muchas viviendas de adobe, resistiendo y conservando su declaratoria de Unesco por la celebración de su día de muertos y aferrándose a la misma.
Se acerca el día de los fieles difuntos, los que fallecieron en situaciones de violencia o accidentes luego los niños, los muertos nuevos y los fieles difuntos se coloca un camino de veladoras y de flores de cempasúchil para que sepa el camino en la oscuridad, a lo lejos se pueden escuchar aún algunos niños pedir calaverita con el tradicional canto: “la calavera tiene hambre ¿no hay un pancito por ahí? No se lo acaben todo, déjennos la mitad, taco con chile, taco con sal, la calavera, quiere cenar “.
Además de la ofrenda tradicional dentro de las casas o en sus patios ricamente adornados, la celebración de Día de muertos tiene un carácter más privado y muy personal, más que otro tipo de celebraciones aparte de la ofrenda dentro de la casa, también se ofrenda en el panteón local y se pasa la noche entre música, bebida y alegre charla alrededor de las tumbas adornadas, pintadas y recién cortada la yerba, algunas veces en espacios públicos pero casi siempre es de carácter del pueblo y, los visitantes acuden al mismo y caminan sus calles empedradas en grupos o parejas disfrutando de los ricos platillos preparados en honor a los difuntos y, los visitantes a su vez deben mostrar el respeto a la tradición y apoyar con ceras, flores y así se hace el intercambio cultural y se transmite de generación en generación.
El día 08 de octubre de cada año al medio día ya debe estar la mesa y el altar para iniciar el novenario de los accidentados o San Lucas; en otros lugares el día es el 23 de octubre, aquí es el 17 porque ese día se suscitó un hecho en la época de la revolución, donde la tragedia llegó a nuestro pueblo pues muchos fueron fusilados.
TEXTO:
JESÚS GABRIEL GAMA HERNÁNDEZ
PROFESOR DE LA ESCUELA DE TURISMO UAEM
CROQUIS:
CARLOS MARTÍNEZ VELÁZQUEZ
FOTOGRAFÍAS:
FERNANDO A. RUIZ VÁZQUEZ