En muchas ocasiones hemos escuchado la frase “una imagen vale más que mil palabras’’ y es que, la fotografía, desde su invención, ha logrado ser una herramienta poderosa para capturar momentos, preservar recuerdos y narrar historias que de otro modo podrían perderse; la fotografía es un lenguaje universal, que rompe las barreras del idioma y de la cultura y es capaz de ser comprendido por casi todos.
En el caso de los viajes, la fotografía puede jugar un papel clave para motivar a los viajeros a desplazarse o aventurarse hacia ciertos destinos por el mero placer de capturar la belleza del mundo; desde enigmáticos sitios o fenómenos naturales hasta la cotidianidad de las ciudades o los pueblos de nuestro país y sus atractivos culturales, la cámara nos permite congelar momentos efímeros y transformarlos en recuerdos perdurables a través del tiempo.
En la búsqueda de la foto perfecta, los apasionados de la fotografía son llevados a explorar rincones escondidos, interactuar con las comunidades locales y, por tanto, sumergirse en la cultura propia de cada lugar; lo que se traduce en que cada imagen que se captura se convierte en un testimonio de la experiencia personal de cada fotógrafo, una perspectiva de como visualiza el espacio y cómo interpreta los diferentes destinos turísticos.
A través de un lente, se puede documentar desde expresiones humanas, rostros, tradiciones, arquitectura histórica y momentos de la cotidianidad que dan forma a la identidad de un lugar, pero también los últimos rayos del sol durante un atardecer, la singularidad de una noche estrellada, la belleza de un ave, o la majestuosidad de una montaña. Al hacerlo, no solo estamos capturando imágenes, sino documentando historias y emociones que enriquecen nuestra comprensión del mundo.
Por otra parte, estas fotografías motivan así mismo a otros a viajar a los sitios donde fueron capturadas y vivir su propia experiencia; en esta era digital, la fotografía se ha convertido en una fuerza motriz para la generación de turismo. Las imágenes cautivadoras que se muestran en redes sociales, guías, revistas, etc. de los destinos y de las experiencias únicas vividas en ellos, tienen el poder de inspirar a otras personas a embarcarse en sus propias aventuras, a explorar los lugares que solo habían visto en imágenes y por qué no, capturar sus propios momentos.
En la actualidad, existen actividades turísticas dedicadas especialmente a la fotografía, como los safaris fotográficos, talleres de astrofotografía, la fotografía submarina combinada con el buceo, fotografía y observación de aves, fotografía gastronómica, fotografía rural, entre otras. En el estado de Morelos, con la basta riqueza natural y cultural que se presenta lo hace un sitio idóneo para la realización de estas prácticas, por ejemplo, en la zona sur del estado, dentro de la Reserva de la Biosfera Sierra de Huautla se presentan las condiciones de calidad del cielo nocturno necesarias para la realización de fotografía nocturna; en diversas zonas del estado, desde la zona norte con los bosques de pino-encino en el Parque Nacional Lagunas de Zempoala, pasando por el parque San Lorenzo Chiamilpan, el cuerpo de agua de la Laguna de Coatetelco, hasta la selva baja caducifolia de la zona sur, debido a la diversidad biológica que presenta cada uno de estos ecosistemas los hace propicios para la observación y fotografía de aves, o de otras especies de flora y fauna características de cada espacio y de los paisajes que se conforman; o fotografiar el icónico Volcán Popocatépetl y su actividad volcánica desde distintos puntos del estado.
Por otra parte, la diversidad de los pueblos de Morelos los convierte en espacios adecuados para la documentación del patrimonio cultural y sus manifestaciones, por ejemplo, la magia que presentan los mercados tradicionales como el de Tepoztlán, Zacualpan de Amilpas o Tetela del Volcán, sitios donde podemos ser testigos de la gastronomía típica, la variedad de productos locales, y claro, la multiculturalidad de la gente de los pueblos. En zonas arqueológicas como Xochicalco, Chalcatzingo o el Tepozteco puede documentarse los vestigios arquitectónicos que nos dejaron las antiguas culturas que se asentaron en Morelos; los procesos artesanales como la elaboración del barro en Tlayacapan o el tejido con telar de cintura en el municipio indígena de Hueyapan, el patrimonio inmaterial como las celebraciones de Semana Santa en Tetela del Volcán con los Sayones, o los Mototocos en el poblado de Huautla, hasta los tradicionales carnavales con el brinco del chinelo en Tepoztlán, Tlayacapan y Yautepec, son otros de los elementos culturales más buscados para fotografiarlos.
La fotografía constituye no sólo un importante elemento visual que tiene la capacidad de motivar a las personas a viajar, también funge como una manera de documentar y salvaguardar el patrimonio biocultural de los morelenses.
TEXTO: ANA ROSA MACHORRO ONOFRE
PROFESORA DE LA ESCUELA DE TURISMO UAEM
FOTOGRAFÍAS: ANA ROSA MACHORRO ONOFRE Y FERNANDO RUIZ