Hoy 2 de febrero llega el final de los festejos decembrinos en México, se levantan los nacimientos y se realiza una clausura que trae consigo el sabor de los tamales.
Es tradición tiene un origen bíblico que recuerda la presentación del niño Jesús en Jerusalen y la purificación de la Virgen María, después de concebir. Comenzó a celebrarse desde el siglo IV y posteriormente, Medio Oriente; cuando llegó a Roma se le añadió la letanía (procesiones cantadas). En el siglo IX se le agregó la ceremonia de la Bendición de las Candelas, para auxiliar a los moribundos y librarse de las tentaciones del demonio.
En México el Día de la Candelaria se celebra desde los primeros años de la Época Colonial. Sin embargo, la doctora, Carmen Anzures y Bolaños, especialista del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) señaló que dentro de esta celebración “pudo muy bien la parte del Niño Jesús estar de alguna manera montada por la iglesia católica aprovechando las ceremonias que sucedían en este mismo período (al inicio de febrero) en la época prehispánica, que para los pueblos mesoamericanos representaba la última parte de los 20 días de su calendario.
Hoy en día, cada rincón del país imprime un sello particular a las fiestas, pero todas coinciden en festejar el mismo hecho.
De acuerdo a la investigadora, la relación con tamales surgió antes de la Conquista. “En Mesoamérica se comían distintos tipos de tamal en relación con las fiestas del ciclo agrícola; para la de petición de lluvia eran elaborados con hierbas semiamargas –como penitencia o ayuno-, lo cual todavía permanece en algunas zonas rurales del centro y sur del país para que la siembra funcione”, enfatizó.
Actualmente la tradición perdura, sobretodo en relación con la gastronomía. Hay incluso algunas ferias que dedican un espacio para la venta de estos platillos.