La sudoración excesiva, conocida como hiperhidrosis, usualmente afecta las plantas de los pies, axilas y, por supuesto, las palmas. Aunque es una condición más común de lo que crees, se complica cuando se experimenta ansiedad o niveles elevados de estrés.
Lo primero que debes saber es que se trata de una reacción química del organismo; y, por ende, está ligada a los cambios hormonales y los que puedan ocurrir en la piel.
Expertos en dermatología y cosmética proponen algunas soluciones para lidiar con este problema. Entre estas destacan:
Botox: las inyecciones de la popular toxina botulínica no se limita solo a las arrugas, también es viable en estos casos.
Acupuntura: una técnica milenaria que contribuye también a calmar la mente.
Cargas de iones: consiste en sesiones de mínimas descargas eléctricas bajo el agua que engrosan la piel.
Desodorantes: se pueden aplicar durante la noche para que minimicen la transpiración.
Ahora bien, las palmas sudorosas también pueden indicar algunos problemas de salud mucho más serios y que no se deben ignorar. Y la razón principal es que el sudor, si bien es uno de los mecanismos de auto-regulación, también es producido por una serie de glándulas.
Si además de las palmas sudorosas sientes otros síntomas como: aumento del ritmo cardíaco, mayor apetito e incluso una disminución en la libido, podría estar vinculado a enfermedades de la tiroides, menopausia temprana o ciertos tipos de cáncer.
Por esto es esencial que estés atenta a lo que tu cuerpo te va comunicando a diario. Tampoco es sano posponer indefinidamente los chequeos médicos de rutina.