Acampar al aire libre, ir de excursión a la montaña, hacer un picinic en el campo o darnos un chapuzón en el mar son actividades propias del verano con las que, además, los niños disfrutan enormemente.
Pero estas actividades pueden conllevar un riesgo cuando nos topamos con ciertos insectos, arácnidos u otros animales cuyas picaduras pueden afectar especialmente a los más pequeños. Te contamos cuáles son las principales picaduras de esta época del año, cómo prevenirlas y tratarlas.
Mosquitos y tábanos. Las picaduras más comunes
Las picaduras de mosquito son las más habituales en verano. Pican a la caída de la tarde o por la noche, y aunque las picaduras no suelen revestir ninguna complicación, en niños con pieles especialmente sensibles pueden causar un mayor prurito y escozor.
Lavaremos la picadura con agua y jabón y procuraremos que el niños no se rasque, para evitar que la reacción se agudice. En caso de inflamación podemos colocar un poquito de hielo envuelto en un pañuelo pero si las picaduras son muy molestas y persistentes, lo mejor es preguntar al pediatra o al farmeceutico sobre la conveniencia de usar sprays, pulseras u otros dispositivos repelentes adecuados para niños.
Mención aparte merece la picadura del tábano, un tipo de mosca grande que no pica sino que muerde, ocasionando protuberancias rojas, quemazón y mucho dolor. En casos extremos puede provocar reacciones más graves que deben ser tratadas por el pediatra ya que pueden requerir de antihistamínicos o incluso antibióticos.
Abejas, avispas y abejorros. Las picaduras más alérgenas
Las picaduras de avispas y abejas, en principio no suelen revestir ninguna complicación, aunque dependerá de la edad del niño (cuanto más pequeños, más vulnerables son de sufrir reacciones adversas) y la zona del cuerpo afectada.
Las picaduras de avispas y abejas son especialmente graves si se localizan en la zona de la boca, lengua o garganta, por lo que conviene consultar de inmediato con un médico si esto ocurre.
De igual modo, si se observan reacciones locales muy intensas, también deberemos consultarlo ya que podría ser un signo premonitorio de alergia futura (la reacción alérgica nunca ocurrirá tras una primera exposición).
No en vano, la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, ha indicado recientemente que los cuadros alérgicos graves por reacción a veneno de avispas y abejas han aumentado un 20% en los últimos diez años.
Es difícil evitar la picadura de estos insectos cuando estamos al aire libre, pero se sabe que vestir con colores llamativos, usar colonia o cremas perfumadas y la comida (sobre todo los dulces), les atrae especialmente. Tampoco dudarán en picar si se sienten atacadas o invadidas por lo que conviene no realizar movimientos bruscos si nos encontramos con una y alejarse de los nidos.
El Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses recomienda no tratar las picaduras de estos insectos con remedios caseros como barro o saliva. En caso de tratarse de una picadura de abeja, hay que intentar extraer el aguijón con el borde de una tarjeta y sin presionar, desinfectar con agua y jabón y, si fuera necesario, consultar con un pediatra o farmaceutico para la aplicación de una pomada antihistamínica que alivie el picor.
Oruga procesoniaria. La picadura más irritante
Hay varios tipos de orugas, pero la más común es la oruga del pino o procesionaria. Aunque a estas alturas del año ya es difícil verlas (se dan, sobre todo entre los meses de abril a junio) no conviene olvidar que su picadura es muy dolorosa e irritante y los niños son especialmente sensibles a ella.
Las lesiones que provoca su picadura van desde erupciones cutáneas hasta irritación de las mucosas, pero no es necesario tocarla para que se produzca una reacción, ya que con el simple contacto de los pelos urticantes transportados por el aire, puede aparecer irritación.
Hay que enseñar a los niños a no tocarlas y a alejarse de ellas, pero si ocurriera una reacción por contacto, se recomienda lavar la zona con agua, aplicar frío local para la inflamación y consultar con el pediatra, ya que es una picadura urticante que puede requerir de supervisión y tratamiento médico.
Arañas. Las picaduras menos frecuentes
A pesar de la mala fama que tienen y del miedo que despiertan entre niños y mayores, las arañas no suelen morder pero si lo hacen, es importante consultarlo con un pediatra porque dependiendo del tipo de araña, puede requerir un tratamiento especial y de carácter urgente.
La mordedura de la araña se caracteriza por dos puntitos de sangre separados entre sí y rodeados de un halo.
Según el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, las picaduras de araña más peligrosas a en nuestro país son:
Viuda negra: En las viviendas se oculta en garajes, bodegas o cuartos de baño y en el campo hace sus nidos bajos las piedras o troncos de árboles. Tiene preferencia por las zonas húmedas y oscuras y en nuestro país se da sobre todo, en la región Mediterránea y Andalucía.
Su veneno es más potente en otoño y su mordedura produce dolor agudo y adormecimiento de la extremidad. Hay que lavar la mordedura con agua, aplicar frío local y acudir de inmediato a un servicio de urgencias para su valoración.
Araña marrón de los rincones o araña violinista: Viven en cuevas y entre maderas y en verano son especialmente activas. Tienen las patas largas y son muy rápidas y aunque no son agresivas, muerden si se sienten atacadas.
No es una araña típica, pero en los últimos años se la ha comenzado a ver y recientemente un vecino de Madrid dio aviso a la policía tras haberla visto en su vivienda. Su picadura es muy dolorosa, venenosa y grave porque sus toxinas tienen una acción necrótica, por lo que hay que consultarlo rápidamente con un médico.
Tarántula: se encuentra, sobre todo, en zonas secas y cálidas como los campos y jardines. A pesar de su mala fama, su mordedura es menos dolorosa que las anteriores y muy rara vez grave.
Existe otro tipo de araña que es la que habitualmente se encuentra en las casas y cuya picadura no reviste gravedad aunque ocasiona dolor y una leve inflamación local que tiende a desaparecer en cuestión de horas. Podemos lavar la herida con agua y aplicar frío local para bajar la inflamación.
Escorpión, alacrán y escolopendras. Las picaduras más dolorosas.
En nuestro país existen varios tipos de escorpiones, aunque los más habituales son el escorpión negro y el alacrán, que habitan en zonas rocosas, secas y cálidas.
El escorpión posee una cola levantada hacia adelante con una uña al final que es la que pica e inyecta el veneno. Se suele confundir a veces con los seudoescorpiones domésticos, que tienen pinzas pero no cola y no son peligrosos.
Los escorpiones y alacranes no atacan al hombre pero se defenderán si se sienten invadidos en su espacio, algo que ocurre con frecuencia de manera fortuita si vamos al campo o a la montaña. Por eso es importante que los niños caminen por el campo protegidos con un buen calzado y que no levanten piedras grandes o troncos del suelo, ya que pueden estar escondidos debajo.
Las escolopendras son animales de cuerpo plano, largos y muy rápidos que habitan entre las cortezas y las rocas. Son agresivos y muerden si se les coge con la mano, una práctica que a veces los niños tienden a hacer por pura curiosidad. Su picadura, consistente en dos punciones hemorrágicas, es especialmente dolorosa.
En caso de que se produjera una picadura de escorpión, alacrán o escolopendra hay que acudir de inmediato a un servicio de urgencia, ya que los niños son especialmente vulnerables. Las picaduras de estos animales causan un gran dolor, inflamación local, calambres musculares y malestar general y pueden requerir de tratamiento farmacológico.
Garrapatas. Las picaduras silenciosas
Las garrapatas se encuentran en la vegetación a la espera de un huésped al que aferrarse para morder la piel y comenzar a succionar la sangre. Si se adhieren a la piel del ser humano, tienden a buscar lugares como la ingle, la axila, la parte posterior de la rodilla o detrás de las orejas.
Las garrapatas son especialmente activas durante el verano y si tenemos perros y damos frecuentes paseos con ellos por el campo, debemos extremar las medidas para prevenir su contagio, ya que las garrapatas del perro también podrían pasar al humano.
Los niños no suelen darse cuenta de la picadura de la garrapata porque en el momento no produce dolor salvo un ligero enrojecimiento en la zona afectada. Sin embargo, los síntomas aparecerán poco a poco en forma de dolores musculares, cefaleas e incluso anemia, de ahí la importancia de localizarla y desprenderla cuanto antes.
Si localizamos una garrapata, no hay que tratar de desprenderla tirando de ella, ya que sus mandíbulas podrían quedar dentro de la piel y arrancar tan sólo el cuerpo, lo que provocaría una infección. Tampoco tenemos que presionarla ni tocarla con la mano. Intentaremos desprenderla tirando de ella con un movimiento lento, suave y constante.
A menudo se encuentran remedios en Internet consistentes en ahogar a la garrapata para que acabe desprendiéndose sola, pero estos remedios pasan por el uso de ciertos productos que pueden dañar la piel del niño por lo que, si no logramos desprenderla o no estamos seguros de cómo hacerlo bien, lo mejor es acudir a un centro de salud para que la retiren y apliquen los cuidados necesarios.
Picaduras de animales marinos. Las picaduras típicas del verano.
Si hay una picadura que se asocia al verano es sin duda la de animales marinos como medusas, arañas de mar o erizos de mar.
Medusas: las medusas de nuestras costas son un visitante frecuente verano tras verano y aunque su picadura es molesta, no reviste gravedad. Al ser transparentes es muy difícil verlas y en cuanto nuestro cuerpo entra en contacto con sus tentáculos se produce la reacción.
Es importante no tocar la zona afectada, lavarla con agua salada, aplicar frío local no directo y acudir a un puesto de la Cruz Roja para que traten la picadura con medicación si fuera necesario. Y si vemos una medusa muerta, hay que advertir a los niños de que no la toquen ya que sus tentáculos continuan siendo muy irritantes.
Peces araña: son los peces venenosos más comunes de nuestras costas. Viven enterrados bajo la arena por lo que es relativamente fácil pisarles y que esto nos cause reacción. Su picadura es muy dolorosa y lo más recomendable es lavarla con agua, sumergir la zona afectada en agua muy caliente y acudir a un centro sanitario.
Erizos marinos: los erizos de mar clavan sus puas en la piel ocasionando dolor y reacción local. Deben ser retiradas lo antes posible y, según la "Guía Básica de Sanidad Marítima del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, conviene aplicar compresas empapadas en vinagre.
Las picaduras de los animales marinos son difíciles de evitar, aunque existen en el mercado algunas cremas con efecto repelente. Lo más conveniente es bañarse atendiendo siempre al estado del mar y a las banderas, y buscar una zona de playa con un puesto cercano de la Cruz Roja, por si surgiera algún incidente poder ser tratados de inmediato. | Bebés y más