A sus 26 años un novel director de cine estrenaba su ópera prima en el cine y, aunque no sería un éxito en taquilla, la crítica y el tiempo le darían el lugar que merece: a la fecha es considerada como una de las mejores -si no es que la mejor- película realizada en la historia del cine. A ese joven se le preguntó mucho tiempo después cuál fue la clave para haber realizado su obra máxima a una edad tan corta, él contestó: "Ignorancia, ignorancia, pura ignorancia ... no existe confianza para igualarla. Sólo cuando sabes algo de la profesión es que te vuelves tímido o cuidadoso."
"Ahora tengo 77 años de edad y estoy convencido que mi verdadero trabajo apenas comienza."
— Akira Kurosawa
Orson Welles -porque de él hablamos- director de la grandiosa cinta "Citizen Kane", se refiere a la libertad que da no mensurar el fracaso o todo lo que está en juego -en este caso- al realizar una obra creativa. ¿Y qué ha pasado entonces cuando directores con largas carreras cinematográficas siguen creando películas impresionantes, como el caso del Akira Kurosawa quien declaró a sus 77 años que estaba convencido de que su "verdadero trabajo" apenas comenzaba?
¿Es el arrojo de la juventud o la capitalización de la experiencia el mejor momento para alcanzar la cúspide de la creatividad? La respuesta, como podemos intuir, no es sencilla y no hay una general para todas las actividades. Otra forma de plantear la pregunta principal que aquí nos ocupa sería ¿cuándo somos más creativos: en la juventud por la inquietud y sed de experimentación que caracterizan a esta etapa o en la madurez por tener bases sólidas construidas en la experiencia, así como el refinamiento de la práctica y el aprendizaje del ciclo prueba-error? La respuesta más certera sería: en ambas, pues parece que no hay reglas y sí mucho temor al fracaso que frena la capacidad creativa.
La creatividad y su yugo
El gran educador Sir Ken Robinson asegura que los sistemas educativos actuales (y occidentales, al menos) son responsables de "matar la creatividad" debido a los programas enfocados principalmente en materias como español y matemáticas, dejando de lado las asignaturas artísticas que promoverían el desarrollo integral de los estudiantes. Robinson ha expuesto esta aseveración con un ejemplo que nos llega: de niños dibujamos muchísimo y muy pocos conservamos esta práctica de adultos. ¿Por qué? Por el miedo al fracaso, dice Robinson. Muy pronto se nos educa con la idea de que todo debe quedarnos "bien" y que el fracaso es algo que debemos evitar a toda costa.
Con esta idea entendemos mejor lo que dice Welles sobre la ignorancia y cómo esta puede salvarnos del miedo al fracaso. Es decir, la "ignorancia" nos daría la libertad de no pensar demasiado en lo que puede salir mal o en las expectativas de los demás, aunque también podríamos alcanzarla con el desenfado y el placer de aprender de nuestros errores, es decir, como veremos más delante, con la experiencia.
¿Juventud vs experiencia?
La creatividad como tal se define como la "capacidad o facilidad para inventar o crear". Ya Ken Robinson ha explicado que todos somos creativos, no sólo por la evidencia de esto en la actividad de dibujar que casi todos realizamos de niños, sino porque es una característica inherente de los humanos que se demuestra con cualquier recorrido por la historia del arte, de la ciencia o de la tecnología.
Einstein aseguraba que "Una persona que no ha hecho su gran contribución a la ciencia antes de los 30 años nunca lo hará". Y, bueno, esto es cierto para él y otros jóvenes que revolucionaron la ciencia, es decir, para los grandes genios. Pero esto no es una verdad absoluta, de hecho -y, como guiño al mismo Einstein- es bastante relativa.
Existen estudios que nos han dado ciertas respuestas o medias de la edad en la que se alcanzan los mejores logros profesionales, como el realizado por Benjamin Jones, en donde estudió a científicos reconocidos con el Premio Nobel de física, química y medicina entre los años 1901 y 2008. En él descubrió que los científicos alcanzaron sus logros más destacados antes de cumplir los 30 años, pero esto sólo antes de 1905. En épocas posteriores, el promedio de edad de la cúspide de sus carreras es de 48 años.
Esta misma tendencia se puede encontrar cuando se han analizado a pintores destacados. El economista P. H. Franses realizó un estudio en donde encontró que la edad promedio a la que importantes pintores de la historia alcanzaron su pico creativo más alto fue a los 41.92 años. Además, que esto ocurrió cuando habían vivido casi el 62% de su vida.
Hagamos un ejercicio: tomemos en cuenta los resultados anteriores y consideremos que es un factor que se repite en otras áreas. Si lo aplicamos a Akira Kurosawa, el resultado es interesante. Este director japonés vivió 88 años; el 62% de su vida fue a los 54.56 años. Alrededor de esa edad, Kurosawa realizó sus películas "El infierno del odio" y "Barbarroja", dos grandes filmes de su fabulosa filmografía. Claro que esto es un ejercicio arbitrario pero nos sirve para reflexionar sobre lo que él mismo expresaba de su carrera a los 77 años.
La segunda niñez
Un ser humano nace como bebé, se convierte en un niño, pasa por la juventud, la flor de la vida y, finalmente, vuelve a ser un bebé antes que termine su vida. Esta es, en mi opinión, la forma ideal de la vida.
Yo creo que estaría de acuerdo en que un ser humano llega a ser capaz de producir obras puras, sin restricción alguna, en los días de su segunda infancia.
Lo anterior forma parte de la carta que le escribió Kurosawa al gran Ingmar Bergman cuando éste último cumplió 70 años. Podemos entender muy bien lo que quiere decir el director japonés. Sobre todo cuando los estudios que se han realizado sobre la relación creatividad-edad arrojan resultados como los siguientes:
+ La relación precisa entre edad y creatividad depende del dominio de la actividad. Es decir, poetas líricos, por ejemplo tienden a tener picos tempranos y declinaciones relativamente rápidas, mientras que profesionales de otras áreas, como historiadores, tienen picos a posteriores y declinaciones graduales.
+ El tiempo que se tiene en la carrera o profesión tiene más influencia en la trayectoria creativa de alguien que la edad de las personas. Los picos de creatividad se dan tanto en la juventud como en la edad adulta mientras se continúe creando.
Podemos deducir, pues, que no hay realmente una edad específica en la que seamos más creativos sino que siempre lo somos pero depende de muchos otros factores para alcanzar los picos más altos de creatividad, sobre todo mantenerse activos. Eso sí, parece que el paralizante miedo al fracaso no ayuda a dar rienda suelta a la capacidad creativa y que perseverar en un área ayuda a conjuntar experiencia, intención y maestría en lo que se hace. Es decir -y para resumir- que para ser creativos no debemos parar de crear y que el mejor momento para hacerlo es hoy sin importar la edad que tengamos.