Si hay algo más placentero que acariciar tu propia barba, seguramente es aquella sensación que provoca una navaja recorriendo tu rostro, dejando a su paso una sensación de frescura y libertad que hacía meses no experimentabas.
Hola de lentes de pasta y bello facial, de vez en cuando todavía es posible encontrarnos con algunos leñadores dispuestos a demostrarnos que la barba es «el maquillaje del hombre»; lo único cierto es que muchos de ellos, al llevar el vello facial más desarreglado que sus camisas a cuadros, sólo nos convencen de rasurarnos de una vez.
Junto con el auge de las barbas, afortunadamente, también vino el de las barberías tradicionales; ésas que han dejado de lado todo el glamur de las maquinas para cortar el cabello y regresaron a la suave y cálida modestia de las tijeras y la navaja. Sin embargo, esta nostalgia tiene su precio, tanto que a veces resulta más conveniente conseguir nuestras propias herramientas y aprender a afeitarnos nosotros mismos, lo que de hecho no es tan complicado si tenemos justo los materiales necesarios y la paciencia para aprender a hacerlo.
Nuestra generación está muy lejos de ser aquélla a la que los padres le dieron la útil plática acerca de cómo rasurarse, nuestro maestro fue —sigue siendo— la Internet, pero a pesar de todos los tutoriales y las tiendas especializadas en la salud y belleza masculinas, hay secretos que siguen ocultándose de nuestra vista. Esa ignorancia nos lleva a dolorosas cortaduras o irritaciones sin control, ¿pero cuáles son los errores que nos hacen caer una y otra vez en nuestra propia desdicha?
1.- Usar espuma para afeitar en lata
No importa qué tan barata sea, o lo buena que ésta parezca. Comprar espuma para afeitar en latas presurizadas es lo peor que le puedes hacer a tu piel; la mayoría de estos productos tienen conservadores y gases que tienden a resecar tu rostro. En ocasiones, estas espumas causan tanto daño que incluso la navaja mejor afilada puede dañar tu piel mucho más de lo que imaginas. Para evitar este daño, lo mejor es que busques cremas o espumas de buena calidad en tubos o botellas, pues gracias a su empaquetado no requieren de químicos dañinos.
2.- No preparar la piel
Hay quienes piensan que para rasurarse apenas es necesario mojar la piel con un poco de agua, aplicar espuma y pasar el rastrillo. Sin embargo, detrás de una buena rasurada hay un proceso un poco más complejo que ése; primero es necesario abrir los poros para liberar algunos vellos que queden enterrados, ya que, además de ser dolorosos, provocarán horribles granos que nadie quiere tener en su rostro. Además tienes que lavarte con un jabón especial para el rostro, ya que los jabones comunes pueden eliminar ciertos aceites naturales que necesitarás para la salud de tu piel y barba. Sólo después de haber hecho esto puedes rasurarte sin problemas.
3.- Rasurarse sin lubricar
Muchos simplemente olvidan que están tratando con navajas finamente afiladas sobre su piel y que por ello es necesaria la lubricación. No importa cuán experimentado sea un hombre a la hora de rasurarse, a todos se nos pasa. Sin embargo, esto debería ocurrir el menor número de veces posible, pues la falta de lubricación es la principal causa de irritación, sobre todo si tus navajas no son nuevas o no tienen suficiente filo. No importa si es con espuma, gel o incluso agua, siempre lubrica tu piel antes de rasurar.
4.- Hacer demasiadas pasadas
Todo rasurado requiere al menos dos pasadas para que no queden rastros de vello en nuestro rostro; no obstante —como consecuencia de una mala lubricación—, siempre hay puntos en los que es más difícil quitar todos los restos de barba. Antes de que decidas dar varios "golpes a ese mismo punto", quizá se a conveniente dejarlo para la siguiente pasada completa.
5.- Hacer demasiada presión
Los mejores rasurados se hacen de manera suave. Si presionas mucho la navaja contra tu piel corres el riesgo de cortarte o de no tener un rasurado uniforme. Debido a la forma de los rastrillos, si presionas mucho, las cuchillas tienden a hacerse curvas, lo que provoca que ciertos espacios se libren del corte; por otro lado, también está el peligro de rebanar —literalmente— una parte de tu rostro.
6.- Rasurarse a contrapelo
Para una rasurada más suave y sin peligros de absolutamente nada, es necesario que te rasures siguiendo la misma dirección en que crece tu barba, así aseguras que la navaja o el rastrillo correrán y cortarán de una manera mucho más fluida. Al rasurarte al contrapelo sólo ocasionas irritaciones; aunque es cierto que el rasurado es mucho más rápido, también es un hecho que esa "suavidad inmediata" vendrá acompañada de un ardor terrible.
7.- Colocar mal la navaja
Con ese renacimiento de la barbería tradicional vino también una especie de gusto por los métodos más antiguos; entre los preferidos está, obviamente, la navaja de una sola hoja. Sin embargo, antes de que si quiera pienses en poner esa cosa sobe tu piel, es mejor que te asegures de que la estás colocando en un ángulo ideal para cortar tu barba. Cara persona tiene que encontrar su ángulo ideal, así que las primeras veces que recurras a este método será mejor que lo hagas en un baño bien iluminado y silencioso, el sonido de la navaja recorriendo tu piel te dirá si en realidad estás cortando o sólo peinando. Un buen espejo siempre te sacará de la duda.
Aunque no seas un gran fan de las navajas y el rasurado, es preciso que sepas que estos procesos le hacen bien tu barba. Al menos recortar las puntas para que éstas se regeneren y luzcan sanas, te dará ese aspecto limpio y nada desarreglado que siempre habías estado buscando desde el día en que dejaste que el vello se apoderara libremente de tu rostro.