Dos psicólogos analizan por qué todos tenemos el modo silencio activo.
Hay dos tipos de seres humanos: las buenas personas y los que llevan el móvil con los malditos ruiditos a todas partes. Es así. Hemos desarrollado una animadversión, una inquina, una tirria hacia las notificaciones que los peculiares sonidos de los smartphones turban nuestra psique.
Pero, ¿por qué nos pasa? Si bien el timbre era una de las funciones que más nos gustaba —por ejemplo, el politono del “Aserejé”—, cada vez es más raro encontrar a alguien sin el modo silencio activado. Y si lo vemos —o escuchamos, mejor dicho—, espetamos una mirada asentada en el desprecio.
Para averiguar esta práctica social y entender todo el recelo o, incluso, antipatía, me he puesto en contacto con el psicólogo experto en el consumo móvil y director del Programa Desconect@, Marc Masip, y el director clínico del Instituto Madrid de Psicología, Héctor Galván, que repasarán este fenómeno en un momento donde el 100 por cien de los jóvenes entre 18 y 35 años cuenta con un smartphone con conexión a internet, según datos del propio Programa Desconect@.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que el rol del móvil ha cambiado por completo y nos sobrepasa. Nadie quiere perder una llamada importante, pero como las notificaciones son agentes externos que nos requieren constantemente y no tenemos paciencia, nos colapsamos enseguida y ponemos el modo silencio.
Aunque es algo contradictorio, porque con la cantidad de estímulos que recibimos a diario y que asumimos con normalidad, ¿por qué no soportamos que nos suene el móvil?, le pregunto a Héctor Galván. “La notificación o timbre interrumpe lo que estamos haciendo y nos obliga a prestarle atención. Esto hace que a menudo lo asociemos con una exigencia, petición o noticia, por eso es probable que muchas personas acaben percibiendo el sonido del móvil como algo molesto y desagradable”.
Las notificaciones son agentes externos que nos requieren constantemente y no tenemos paciencia, nos colapsamos enseguida y ponemos el modo silencio
Incluso es posible que tu nivel de estrés o de poco aguante a las notificaciones te haya hecho quitarle el modo vibración para que los avisos solo se vean en la pantalla. No tendría mucho sentido si no fuera porque miramos el móvil cada dos por tres como un acto casi enfermizo.
Héctor Galván ve indiferente el tipo de notificación que te molesta y define el verdadero problema: “Sí es cierto que el sonido puede alterarnos más, dado que la melodía suele ser más larga y molesta. Sin embargo, ambas cosas nos distraen y nos hacen llevar la atención al teléfono. La molestia no procede tanto del sonido como de la ‘demanda’ por parte de algo o alguien”.
Te sonarán esos infortunados momentos, como cuando vas en transporte público y le suena al de al lado una y otra vez, quedas con un amigo y sus whatsapps te sacan de quicio o te sobresaltas porque habías quitado el modo silencio sin querer. Marc Masip lo atribuye al número de notificaciones: “Los jóvenes quizás lo lleven silenciado ya que tienen mucha más mensajería y el sonido constante se hace molesto. El teléfono convencional no tiene silenciador, mientras que el smartphone actual suena cada 3 minutos, suerte que lo llevan silenciado”.
“Solemos mirar la pantalla de nuestro teléfono móvil constantemente en búsqueda de algún estímulo, ‘recompensa’ inmediata o novedad”, explica Héctor. “Si tenemos activado el sonido de nuestro móvil, es muy probable que acudamos a él cada vez que éste suene. Sin embargo, sin estar el sonido activado, es también seguro que en pocos minutos revisaremos nuestra pantalla de inicio, trayendo consecuencias como la falta de atención en nuestras tareas y la dependencia a nuestro dispositivo”.
De hecho, las veces que consultamos el móvil al cabo del día responden a la adicción que tenemos como sociedad. Por ejemplo, el 25 por ciento de los hombres españoles entre 18 a 24 años asegura tener contacto con su móvil más de 450 veces al día, y el 41 por ciento de las mujeres españolas afirma tocarlo más de 200 veces, según datos cedidos por Programa Desconect@. No significa que siempre tengamos una notificación con un sonidito, si no que hemos desarrollado un impulsivo deje para ver la hora o desbloquear el móvil que nos encadena con el aparato. Los datos abruman.
“Si tenemos activado el sonido de nuestro móvil, es muy probable que acudamos a él cada vez que éste suene" — Héctor Galván, director clínico del Instituto Madrid de Psicología
El caso es que ahí estás tú a las 8 de la mañana en el metro de camino al trabajo o a clase escuchando por enésima vez 45 Cerebros y 1 Corazón y ocurre lo inevitable: justo al lado le suena el móvil una y otra vez a un tipo, que acaba recibiendo una llamada y habla por teléfono a todo trapo. Tú subes el volumen hasta que tus tímpanos están a punto de reventar y te resignas mientras invocas a Lucifer con los ojos cerrados y un tic en la ceja.
El director del Instituto Madrid de Psicología explica esta situación que se repite una y otra vez: “Es molesto oír tonos de móviles ajenos, en parte porque nos anticipamos en prever lo que viene después. Y es que precisamente porque muchas personas no tienen demasiados miramientos en mantener largas y privadas conversaciones a toda voz”.
Un tema, el del consumo móvil, que cada vez lleva a consulta a más y más adolescentes para tratar su adicción. Marc Masip explica que el 21,3 por ciento de los adolescentes españoles son adictos a la red, frente al 12,7 por ciento de media europea. “Prácticamente todos ellos, por no decir todos, vienen obligados por sus padres. Los problemas que se desarrollan son claros: disminución del rendimiento académico o laboral, conflictos familiares o, incluso, problemas de aislamiento social”.
Seguramente el problema sea ese: la dependencia. Sobrellevamos nuestra adicción sin preocuparnos lo más mínimo y nuestro cuerpo nos avisa del abuso del móvil solo cuando escucha tanta notificación. Porque admitámoslo. Muchos de nosotros sufrimos nomofobia, que es el miedo a quedarse sin el dichoso móvil. Si te angustias cuando crees que no lo encuentras o estás intranquilo cuando te lo olvidas en casa… BINGO.
Así que la siguiente vez que escuches notificaciones y te desesperes, pregúntante si el verdadero problema no lo tienes tú, que no eres capaz de soportar un par de sonidos pero bloqueas y desbloqueas el móvil cada 30 segundos. Porque, ¿nos molestan cada vez más los ímputs del mundo real y menos los del mundo virtual? Esa, amigo mío, es una buena pregunta.