Estilo

7 errores de estilo que cometen los hombres con una espalda angosta

Eduardo Limón
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Si alguna vez has creído que tu pequeña espalda es un impedimento para verte bien o ser un hombre atractivo, estas palabras son para ti.

Ya sea porque tienes un metabolismo voraz o porque tu genética no dio para una robusta anatomía, seguro hay ocasiones en que sientes que tu aspecto no es del todo varonil, masculino e idealmente atractivo. Pero no tienes por qué preocuparte. Aún cuando haya explicaciones biológicas y psicológicas para justificar el gusto humano –principalmente con intereses sexuales– por una espalda amplia en el sexo masculino, hemos evolucionado bastante en sentido cultural como para advertir que un hombre de espalda angosta y torso delgado no es un individuo débil, enfermo o poco simpático.

¿Qué sucede si eres un corredor de largas distancias o un ciclista al cual le conviene mantenerse liviano y de figura esbelta? ¿O acaso no has pensado que sujetos como Timothée Chalamet, Dylan Minnette o Jude Law son en verdad atractivos gracias a una silueta estilizada? Basta de desear un torso enorme y trabaja con lo que tienes. Detén tus pobres esfuerzos y deja de cometer esos errores al vestir que sólo delatan tu inseguridad. Si tienes una espalda angosta, disfrútala.

 

¿Cuáles son esos errores?

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7.

Escuchar las expectativas de los demás o seguir creyendo que ese canon del macho con hombros de bestia sigue vigente, es una de las equivocaciones más comunes. Manténte sano, haz ejercicio, come adecuadamente, sí, pero no te mates en el gimnasio o busques subir de peso a cualquier precio. Busca qué es lo que te hace sensual y trabaja en ello.

6.

Con base en el punto anterior, apostar por ropa grande o que, según tú, te hace ver ancho es un garrafal error. Eso es muy de principiantes. Asimismo, la ropa ajustada generará un efecto muy estrecho o diminuto en tu cuerpo. Compra ropa que te quede a la medida; especialmente con hombros y mangas que lleguen a los puntos donde es indicado.

5.

No poner atención en blazers y corbatas durante día comunes es también una imprecisión. Si sabes conjugar estos con con tus playeras, jeans y prendas usuales, lograrás que tu torso se vea muy bien definido y que tus hombros se vean poderoso, por más diminutos que los creas. De igual manera, una corbata slim dará la impresión de que tu pecho y línea del cuello son prominentes.

4.

No confiar en los layers. Es decir, obvio no vas a ponerte tres kilos de ropa encima, pero siempre una playera con camisa encima o una sudadera debajo de tu blazer o chaqueta de mezclilla posibilitarán una ilusión óptica que dará volumen a tu torso.

3.

Despreciar tus ligeros hombros y tus delgados brazos también es una equivocación al elegir los outfits de la semana. Gracias a tu figura es que una chaqueta de cuero, un saco en tweed, una abultada camisa de franela y similares no se ven toscas o a punto de reventar en cada movimiento. Disfrútate y ve el lado amigable.

2.

No aprovechar colores y texturas que, de hecho, son ventajosas para tu fisonomía. En ese afán por quererte ensanchar o lucir pesado, has olvidado que una tee básica con mangas ligeramente enrolladas o una clásica camisa blanca (de tu talla) son perfectas para ti, pues logran un aspecto sofisticado, sobrio y sencillo que pocos hombres saben dominar.

1.

Seguir pensando que hay un sólo tipo de hombre y una sola dirección para el cuerpo masculino. Hombros estrechos, abdomen prominente, brazos delgados, pectorales grandes, caderas afiladas, glúteos escasos, lonjitas, piernas gruesas y demás son muchas de las características que pueden abrazar a un hombre; todos somos diferentes y debemos aceptarlo. Debemos aceptarnos. Porque si fuéramos iguales, qué hastío vivir como clones, ¿no te parece? Todos con los mismos bíceps, la misma altura, las mismas expresiones, los mismos rostros y la misma monotonía.

 

 

En resumen

Todos los errores que cometemos los hombres se fundamentan en estereotipos y anhelos que nos hemos impuesto como sociedad. Y para huir de ellos basta con tomar nuestro guardarropa, optimizar el uso que le damos a nuestras prendas, por supuesto, pero continuar con nuestro estilo y jamás de los jamases pretender algo que no somos. No sucumbir a la idea de que hay errores en nuestro cuerpo. Lo único erróneo es la manera en cómo nos percibimos y dañamos al resto replicando esas mismas fórmulas de “perfección”.

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