El paso de la infancia a la adolescencia suele ser un proceso complicado tanto para los padres como para los hijos. Los niños pasan de pedir cariño a exigir sus propios espacios y esa transición suele ser complicada; por ello, te daremos 4 tips de expertos para evitar conflictos con tus hijos adolescentes.
De acuerdo con el experto en intervención social y educativa, autor del libro Cómo prevenir conflictos con adolescentes, Alejandro Rodrigo, debes considerar estas cuatro claves para prevenir peleas con tus hijos adolescentes.
Ayuda a la convivencia y comunicación en tu hogar, fomentar la armonía ayudará a tener una mejor percepción de tu familia.
Evitar conflictos con tus hijos adolescentes es posible
1. Buena comunicación
Los padres deben estar muy al pendiente e interpretar las situaciones correctamente, pues en la falta de respeto de un hijo, dependiendo de su contexto familiar, se esconde un mensaje pidiendo ayuda; el adolescente no faltar el respeto por el simple hecho de ser joven.
“En este sentido, y esto es innegociable, el adolescente debe sentirse siempre querido e importante para sus padres, porque si esto se da, no cuestionarán su firmeza”, destaca Alejandro Rodrigo.
2. Los padres son referentes
Los padres debemos ser el referente de nuestros hijos para todo: trabajo, estudios, relaciones de pareja, etcétera.
En este sentido, la educación emocional juega un papel muy importante en el crecimiento y desarrollo de nuestros hijos.
Podemos saber que una persona está equilibrada emocionalmente gracias a que logra identificar y manejar al menos las cinco emociones principales: Miedo, ira, tristeza, alegría y asco. Si como padres podemos identificar nuestras emociones, los hijos aprenderán a hacerlo también.
Los padres que tienen claro que son el referente de sus hijos, confían en ellos, y eso les da la seguridad de que sus padres no desconfían de ellos y que si en algún momento llegan a hacerlo, serán capaces de disculparse.
3. Pocas normas y muy claras
Para muchos padres lo más práctico es recurrir al sistema de normas convencional compuesto por límites, castigos, consecuencias, premios y recompensas, sin embargo, Rodrigo aclara que esto no sería necesario si como padre fueras un referente para tus hijos.
“Lo que debemos hacer es enseñarles, con nuestro ejemplo, que son ellos los que tienen que encontrar la motivación interna para hacer bien las cosas”, explica el autor.
Cuando se incumple una norma y se hace de manera consciente, tendemos a aceptar con mayor facilidad que los actos tienen consecuencias, por lo tanto no queda esa sensación de injusticia que sí se experimenta cuando se imponen los castigos.
Debemos tomar en cuenta que los premios y las recompensas funcionan de la misma manera. Las recompensas son metas marcadas con anterioridad, a diferencia de los premios que son aleatorios y pueden desestabilizar.
4. Elige un buen estilo educativo
Rodrigo identifica siete estilos educativos: el autoritario, el protector, el sacrificante, el diplomático, el punitivo, el negligente y el ausente. El que elegimos aplicar como padres, depende de nuestro historial y por lo tanto suele ser difícil de modificar. Nuestra forma de educar también puede ser una combinación de varios estilos, la clave está en no llevar ninguno de ellos al extremo.
De todos los estilos educativos, el único que debemos evitar a toda costa es el ausente, pues causa un daño irreparable: “No hay nada más dañino para un hijo que sentir que, a su padre, él o ella no le importa nada”, afirma Rodrigo.
¿Qué hacer si nada de esto funciona para evitar las peleas?
En caso de conflicto, Rodrigo propone a los padres un ejercicio de introspección a partir de los conceptos mencionados: cómo manejamos nuestras emociones, qué estilo educativo ejercemos, qué sistema normativo tenemos en casa, etcétera. Esto nos dará una pista de qué es lo que no funciona y qué le gustaría al adolescente que sus padres supieran.
Siempre existe la posibilidad de que nos enfrentemos a un adolescente que, a pesar de conocer la consecuencias, decide saltarse las normas. Es aquí cuando debemos recurrir a la ayuda profesional.
Puedes empezar acercándote a sus profesores para tener otra perspectiva de su conducta, considerar un diagnóstico médico para descartar alguna situación clínica y finalmente, recurrir a un trabajador social o un especialista que trabaje con adolescentes.