La cocina mexicana es rica, basta y muy variada, pero uno de sus elementos principales, sin duda, son los tamales, estos deliciosos “pasteles” de maíz y manteca con rellenos para todos los sabores que nos acompañan día a día en desayunos, cenas, al trabajo en forma de ‘guajolotas’, o a reuniones importantes como la Navidad o el Día de la Candelaria, pero ¿Sabes quién creó los tamales? La historia que pocos conocen de este platillo prehispánico.
Los hay desde bien picosos y con carne, hasta los dulces con mermelada o frutas o los veganos, hay un tamal perfecto para cada gusto y cómo no, si se estima que existen más de 500 recetas de este platillo solo en México con más de 4 mil diferentes preparaciones, pues cada región de nuestro país tiene su propia receta y tradición.
Junto a un buen atolito, de un chocolatito, de un café, o solito, los tamales llevan alrededor de 500 años acompañándonos, en nuestro día a día o en celebraciones, este preparado emblemático de la gastronomía mexicana tiene muchísima historia detrás.
¿Quién creó los tamales? La historia que pocos conocen de este platillo prehispánico
Los tamales son un alimento hecho a base de masa de maíz con manteca y rellenos de varios sabores, pueden ir envueltos en hojas de plátano, carrizo, chilaca, papatla o de la mazorca de maíz y se cocinan al vapor.
La palabra ‘tamal’ viene del vocablo ‘tamalli’ que significa ‘envuelto’ en náhuatl y, pese a que muchos países de Latinoamérica se disputan el honor de haberle dado origen a este platillo, la mayoría de los historiadores coincide en que México es la cuna de este manjar.
De acuerdo con los escritos de Fray Bernardino de Sahagún, los mexicas habrían sido quienes llevaron los tamales a otras partes del continente americano. Según los registros, los rellenaban con carne de flamencos, pavo, ajolotes, conejos, pescados y hasta ranas, además de otros ingredientes como el chile, los frijoles y la calabaza.
También se sabe que desde tiempos prehispánicos los tamales ya eran preparados para celebrar fiestas religiosas como el agradecimiento por la fertilidad, eventos sociales y hasta en las ofrendas para los muertos.
“Pastelitos de masa de maíz, rellenos de diversos guisados de carne y pescado en figura de bollo, envuelto en las mismas hojas de las mazorcas del maíz, y cocidos dentro de una olla de barro sin agua”, así es como los describió Mariano Fernández de Echeverría y Veytia en la “Historia antigua de Méjico”.
Después de la conquista este platillo cambió y se adaptó con nuevos ingredientes que provenían de Europa como la manteca y la carne de cerdo, que sustituyó a las verduras como elotes, quelites o la calabaza.