El pozole, emblemático plato mexicano, es sinónimo de festividad y tradición. Aunque muchos lo relacionan con un aumento de peso, otros sostienen que es un platillo balanceado. Pero, ¿realmente engorda el pozole? Para entenderlo mejor, exploremos 7 datos increíbles acerca de este platillo que será protagonista en la noche del 15 de septiembre en numerosos hogares mexicanos.
Un legado prehispánico
En tiempos antiguos, el pozole tenía un carácter ritual. Se dice que se elaboraba con carne humana de aquellos hombres que eran sacrificados en honor a los dioses. El corazón se ofrecía en ritual y el resto se transformaba en este sabroso caldo, enriquecido con maíz y chiles.
¡Celebremos al pozole!
Como muestra de su arraigo cultural, cada último jueves de septiembre, México conmemora el Día Nacional del Pozole. Una fecha que celebra su legado histórico y su relevancia gastronómica.
No es cualquier maíz
El maíz cacahuazintle, distinto al maíz convencional, es el protagonista de este platillo. A través de un proceso de nixtamalización con cal, se logra esa textura especial donde el grano "revienta".
Un festín compartido
El pozole es sinónimo de unión y celebración. Es común que en fiestas patrias, posadas o eventos especiales, este platillo se sirva rodeado de seres queridos, fortaleciendo lazos y compartiendo tradiciones.
Una paleta de colores y sabores
El mes patrio se viste de tricolor y el pozole no es la excepción. Ya sea verde, blanco o rojo, su sabor se realza con acompañamientos como rábanos, orégano, lechuga, cebolla, chiles, limón y las infaltables tostadas.
Una versatilidad inigualable
Más allá del tradicional pozole rojo o blanco, México nos ofrece variedades como el pozole verde, con salsa de tomatillo, o el pozole de mariscos. ¡Hay un pozole para cada gusto!
¿Y las calorías? Despejando mitos
un plato de pozole rojo contiene aproximadamente 240 calorías. Es menos calórico que una gordita de chicharrón o incluso que dos rebanadas de pizza. Así que, comparativamente, ¡el pozole es una opción más ligera!
El pozole es más que un platillo: es historia, tradición y sabor. Y si bien, como todo, debe consumirse con moderación, no es el villano calórico que muchos piensan. Así que, ¡a disfrutar con responsabilidad esta delicia mexicana!