Diversos estudios científicos han demostrado que no dormir lo suficiente puede afectar negativamente la regulación del azúcar en sangre y aumentar el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Durante el sueño, el cuerpo realiza procesos cruciales, como la regulación del metabolismo y la utilización de la insulina, una hormona clave para controlar los niveles de glucosa.
Cuando se duerme poco, especialmente con noches interrumpidas o de mala calidad, los niveles de insulina pueden elevarse, lo que aumenta la concentración de azúcar en la sangre. Además, la falta de sueño altera el equilibrio de hormonas relacionadas con el apetito, como la grelina y la leptina, lo que puede llevar a un mayor consumo de alimentos altos en calorías, contribuyendo a la resistencia a la insulina.
El sueño insuficiente también impacta otras hormonas como el cortisol, relacionado con el estrés, lo que puede inflamar el cuerpo y afectar la capacidad de las células musculares para metabolizar la glucosa. Estas alteraciones hormonales aumentan la glucosa en el hígado y dificultan la pérdida de peso, factores clave en el desarrollo de la diabetes tipo 2.
La Academia Americana de Medicina del Sueño señala que dormir menos de seis horas por noche durante períodos prolongados incrementa el riesgo de resistencia a la insulina y de diabetes tipo 2.