El ayuno intermitente, popular por sus beneficios en la salud y el control del peso, ha ganado adeptos entre quienes buscan mejorar su bienestar. Sin embargo, cuando se combina con ejercicios de alta intensidad, los beneficios pueden verse eclipsados por ciertos riesgos, especialmente si no se adapta correctamente al cuerpo.
Durante un ayuno prolongado, el cuerpo utiliza sus reservas de glucógeno y grasa para obtener energía. Este mecanismo funciona bien para actividades de bajo impacto, pero durante entrenamientos intensos, la energía disponible puede no ser suficiente, lo que puede provocar fatiga, pérdida muscular o incluso desajustes hormonales. Según la Dra. Stacy Sims, especialista en ciencias nutricionales, aunque el ayuno intermitente puede ser útil para personas sedentarias o con problemas metabólicos, combinarlo con ejercicios exigentes puede afectar negativamente el rendimiento y la salud, especialmente en las mujeres.
Un factor importante es la sensibilidad hormonal femenina. Estudio en Frontiers in Endocrinology muestran que el ayuno en déficit energético puede reducir niveles de kisspeptina, una hormona que regula el apetito y las hormonas sexuales. Esto podría dar lugar a problemas metabólicos como aumento del apetito, intolerancia a la glucosa y menor capacidad de recuperación muscular.
Los expertos coinciden en que el entrenamiento en ayunas es adecuado para actividades de bajo impacto, como yoga o pilates, que requieren menos energía. Sin embargo, las rutinas de alta intensidad o fuerza deben incluir una ingesta adecuada de carbohidratos y proteínas para evitar agotamiento y asegurar buenos resultados.
En conclusión, entrenar en ayunas puede ser efectivo para algunos, pero no es adecuado para todos. Cada persona debe escuchar a su cuerpo y considerar sus necesidades energéticas antes de decidir seguir esta práctica. Consultar a un especialista es clave para crear un plan de ejercicio que respete las necesidades individuales.