En los últimos años, los casos de cáncer han aumentado en personas jóvenes, especialmente entre los 30 y 40 años. La doctora Trisha Pasricha, profesora de medicina en Harvard, señala que los hábitos de vida juegan un papel clave en este fenómeno, y propone cambios sencillos en la dieta para reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad. A continuación, te contamos cuáles son los cuatro productos que deberíamos evitar y cómo sustituirlos por opciones más saludables.
1. Cereales refinados
Aunque los cereales refinados no son dañinos en pequeñas cantidades, su consumo excesivo puede aumentar el riesgo de cáncer. Estos productos carecen de los nutrientes esenciales presentes en los granos integrales, como fibra, antioxidantes y minerales.
Pasricha recomienda sustituir los cereales refinados por opciones integrales como avena, pan integral o arroz integral, que además ayudan a controlar el azúcar en sangre y favorecen la saciedad.
2. Bebidas azucaradas
Refrescos, zumos, tés fríos y bebidas energéticas son fuentes comunes de azúcar que aumentan significativamente el riesgo de cáncer colorrectal. Las bebidas azucaradas deben evitarse en la medida de lo posible.
La alternativa más saludable es el agua con gas, que refresca sin añadir azúcares innecesarios.
3. Carne roja y procesada
La carne roja y procesada, como hamburguesas y embutidos, son vinculadas a un mayor riesgo de cáncer de páncreas, mama y colon.
La doctora Pasricha recomienda sustituir estos productos por pescado, como el salmón, o incluso optar por versiones marineras de platos cárnicos, como tacos de merluza o hamburguesas de salmón.
4. Cócteles con alcohol
El consumo frecuente de cócteles con alcohol, especialmente en situaciones sociales, puede aumentar el riesgo de cáncer de mama en las mujeres.
Para reducir este riesgo, es recomendable optar por cócteles sin alcohol y, cuando sea posible, elegir versiones sin azúcar añadido.
Pequeños cambios en nuestra dieta pueden tener un gran impacto en nuestra salud a largo plazo. Evitar estos cuatro productos y optar por alternativas más saludables no solo reduce el riesgo de cáncer, sino que también contribuye a mejorar nuestra calidad de vida.