Hace millones de años hubo meteoritos gigantes, erupciones masivas, salvajes enfriamientos de la temperatura global, incluso supernovas cercanas. Estos y otros factores formidables provocaron las cinco extinciones masivas ocurridas hasta ahora en el planeta Tierra, momentos en los que más del 75% de las especies desaparecían para siempre. Ahora, los humanos golpeamos la biodiversidad como asteroides del cretácico, y damos paso a la sexta gran extinción. El año 2015 debe ser una batalla decisiva para ponerle freno: hasta hoy hemos acabado con 322 especies de vertebrados en los últimos cinco siglos, pero el ritmo mortal se acelera.
Entre los animales, algunas bajas parecen casi seguras. Por ejemplo, la vaquita marina podría tener los días contados. Es el cetáceo más pequeño y el más amenazado de extinción. Descubierto en 1958, su único hábitat es el Golfo de California, en el que sobrevive un grupo de menos de 100 ejemplares. Se trata de una población límite para garantizar la viabilidad de la especie y su situación se agrava cada año por culpa de la pesca de arrastre en la zona, que ha provocado que desaparezca la mitad de los ejemplares que vivían hace apenas tres años.
Dos vaquitas, fotografiadas en una área protegida por el Gobierno mexicano. /PAULA OLSON (NOAA)
Su situación recuerda a la vivida con su primo chino, el delfín baiji, que era endémico del río Yangtze y todo indica que se ha extinguido en los últimos años. La sobrepesca, la construcción de represas y la degradación de su entorno por la explotación del río empujaron a estos delfines a la desaparición. Ahora, la marsopa sin aleta que también habita el Yangtze es el cetáceo más amenazado (en torno a 1.500 ejemplares vivos), después de la vaquita.
Estos casos son buenos ejemplos de lo que está ocurriendo en los entornos marinos y fluviales, sobreexplotados y contaminados: la basura arrojada a los mares está matando a muchos animales. Todas las tortugas marinas, el 58% de las especies de focas y el 21% de las aves marinas están afectadas seriamente por atrapamientos en redes y plásticos abandonadas en los océanos. Una de cada cuatro especies de mamíferos marinos y más de un tercio de las aves que viven del mar se está envenenando con desechos. Recientemente, los gobiernos de todo el planeta se comprometieron a cambiar esta tendencia protegiendo, por ejemplo, a un buen número de tiburones amenazados.
En tierra firme las cosas están igual de mal. Por ejemplo, son varias las especies de rinoceronte que se deslizan peligrosamente por la pendiente de la extinción. De las cinco existentes en la actualidad, tres se encuentran en situación crítica: el de Sumatra (con menos de 250 ejemplares vivos) y el de Java (unos 35 ejemplares) en Asia y el rinoceronte negro en África. Las poblaciones de este último se diezman cada año por culpa del furtivismo.
También en África la caza afecta a la especie de rinoceronte blanco: la subespecie del norte solo cuenta con cinco ejemplares vivos y únicamente uno de ellos es macho. Allí hay dos subespecies de gorila, el occidental del río Cross y el de las montañas, que están en estado crítico con apenas unos pocos centenares vivos. Otro gran simio muy amenazado es el orangután de Sumatra, un entorno en el que también están a punto de extinguirse sus especies endémicas de tigre, elefante y rinoceronte. En esa zona, junto a Centroamérica y los Andes Tropicales, se está produciendo más de la mitad de la pérdida de biodiversidad de todo el planeta.
La caza es solo uno de los problemas que diezman especies en todo el planeta: la explotación, la contaminación, el cambio climático y la pérdida de hábitats por tala o agricultura están sumándose a esta amenaza múltiple que puede convertirse en extinciones masivas en los próximos siglos. Hasta donde llega la ciencia, hay más de 4.500 especies de mamíferos, aves y anfibios amenazados de extintición, siendo este último grupo el que más tiene que perder, con casi 2.000 especies en peligro. En la situación más grave, en peligro crítico de extinción, se encuentran 950 especies de vertebrados, según publicó recientemente Nature con datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Muchos de estos animales son completamente desconocidos, más allá de los que acaparan carteles y fondos de escritorio como el panda o el tigre. Por supuesto, muchas especies desaparecen sin que lleguen a conocerse y otras se registran cuando ya quedan pocos especímenes vivos. El caso ejemplar sería el del saola, casi un animal mitológico, que fue catalogado por primera vez en 1992. Desde entonces apenas un puñado de avistamientos dan fe de que se trata de un animal que sigue vivo en la naturaleza, concretamente en las selvas de Vietnam. No se sabe con certeza el número de ejemplares de este pequeño y peculiar bovino que se resisten a la extinción, quizá un centenar. Ninguno de los saolas capturados ha logrado vivir en cautividad, buena muestra de su fragilidad.
La caza furtiva está acabando con los rinocerontes. / MICHEL GUNTHER (WWF)
También es muy vulnerable el perezoso pigmeo, la especie más pequeña de perezoso de tres dedos, ejemplo viviente de enanismo insular. Es notablemente más pequeño que sus parientes cercanos y habita únicamente en una isla de tres kilómetros cuadrados del Caribe panameño, Escudo de Veraguas. Su principal amenaza es la tala de manglares para leña, que reduce su ya de por sí pequeño mundo.
Las islas son los ecosistemas más castigados por esta extinción masiva que se estaría desatando: el 90% de las aves desaparecidas por culpa de la influencia humana habitaban islas. En este punto, es muy significativo el estado crítico de uno de los animales que inspiraron a Charles Darwin cuando a bordo del Beagle comenzó a atar los cabos que le llevarían a desarrollar sus famosas teorías. En concreto, del sinsonte de Floreana —una de las aves que le dieron las claves de la selección natural en las islas de Galápagos— solo quedan 50 adultos.
De todas las especies que han vivido en los últimos 3.500 millones de años en la Tierra, ha desaparecido el 95%. Puede que la extinción sea el destino natural de todas. O que lo natural sea tratar de evitarlo.
Actualización: En la versión original del artículo se decía por error que la vaquita es endémica del Golfo de México. Lo correcto es Golfo de California.