Es el alimento (frito) deseado cuando llegas a tu casa a las cinco de la mañana después de una noche movidita de bailes y copas, pero es mucho más. Lejos de ser un pecado calórico, la patata tiene unos beneficios que te van a gustar.
Si quiero adelgazar, cómo me voy a comer patatas. Bueno, sí y no. No se trata de que haya que hacerte un lavado de estómago por empacho, pero si sabes cómo tomarla hasta puede ayudar a quitarte esos michelines que te sobran.
Además de su versatilidad de preparación, la patata cuenta con ventajas nutricionales que, muy probablemente, desconocías hasta ahora.
Cocida, asada, frita, como más te guste y como más rabia te dé. Sólo tienes que saber que las versiones más libres de grasa las encontrarás cociéndolas y asándolas. De lo que se trata es de no darle más calorías al plato, si evitamos aliños, tendremos una comida rica y sana.
Las patatas son fuente de fibra, con lo que arreglamos dos problemas en uno: regula el tránsito intestinal y favorece las digestiones.
Además de ser una fuente de carbohidratos que viene muy bien para los deportistas, ya que consiguen la fuerza y la energía que necesitan para sus entrenamientos. Eso sí, siempre al mediodía para tener el resto del día para quemar su aporte calórico.
Rica en vitaminas del grupo B y C, válida también para recargar energía y fuerza durante todo el día. Ningún alimento contiene más almidón que la patata.
Es un alimento saciante; esto quiere decir que después de una ración de patatas tardaremos en despertar al devorador de comida que llevamos dentro.
Contiene hierro, magnesio y potasio. Un pack de minerales que reforzarán nuestro organismo y facilitarán el metabolismo del mismo.
Con Información de Squire