Ella está ligeramente inclinada hacia delante. Él, en la silla de enfrente, tiene la misma posición. Los cuellos ladeados, los ojos cerrados y las manos femeninas posadas a la mitad de los muslos de su adversario. Los cuatro labios se abren y se cierran, las barbillas se retuercen con cada tirón de los mentones y las narices se rozan y se aplastan sin aparente sufrimiento. En ocasiones se pueden ver las lenguas. Uno se la muerde al otro y el otro al uno. Después las bocas vuelven a cerrarse y siguen posadas la una sobre la otra como los portones de dos fortalezas esperando a que la otra toque de nuevo la trompeta de ataque. Listas para allanar la oscuridad del pasional enemigo. En total son 5 minutos de beso interminable lo que el fotógrafo Luis Cobelo ha pedido a sus voluntarios que demuestren ante la cámara.
El experimento videoartístico que este creativo ha querido realizar junto al editor Carlos Díaz no tiene que ver con el simple gusto por grabar besos. Según explican, parece tratarse casi de un análisis sociológico.
Cobelo, venezolano y caribeño de sangre, en los meses que lleva en México dice que ha percibido que las parejas mexicanas tienen una imantación pública que supera con creces los usos y costumbres de otros muchos países, «incluso los latinos», dice. Una opinión que sabe generalizada entre extranjeros en el país azteca.
«Ves parejas besándose en todas partes: en la calle, en el metro, en el autobús… en cualquier lado», explica el fotógrafo los motivos por los que inició este proyecto llamadoBesos y más Kisses. «El mundo pasa y como si nada para ellos. Esa imagen del barullo en el metro totalmente repleto de gente, y esa pareja que está como si no fuera nada con ellos».
«Yo creo que sí es cierto que nos besamos más que en otros países», apoya la moción Miguel Dávila, el último voluntario que se bajado del taburete de los morreos. «Nos gusta expresar nuestro afecto. Yo he viajado y he vivido en Estados Unidos, y fuera no son tan expresivos y afectuosos como nosotros, las parejas casi no se tocan fuera de casa».
- ¿Qué opinas cuando ves a una pareja besándose por la calle?, pregunta Cobelo en una pequeña entrevista a cada una de las parejas participantes.
– Yo pienso que puede llegara ser aburrido, responde Dávila rápidamente aún con la cabeza enrojecida del esfuerzo.
(Ha habido un error en la grabación y es necesario que repita la respuesta. Para esta ocasión al besucón ya le ha dado tiempo a echar un vistazo fugaz a su pareja).
- ¡Repetimos!
– Pues cuando veo a gente besarse por la calle se me antoja, dice ahora Dávila.
-Pero acabas de decir que es aburrido.
-No, pero ya lo pensé. En realidad se me antoja, y me entran ganas de besar a mi novia.
Cobelo decidió abordar este experimento porque opina que la sociedad en México está compuesta de dos clases de personas respecto a la pasión pública: «Los que no paran de besarse en la calle, y los que se sienten muy incómodos con que otros lo hagan». «Es paradójico. Es una sociedad conservadora, pero a la vez, parece como si un día les hubieran dicho que sí se podían besar en la calle, y vaya si muchos empezaron a hacerlo».
Según afirman los productores, la intención del resultado final (que saldrá editado en un mes aproximadamente) es «que la gente se aburra. ¿Quién va a aguantar una hora y media de video de gente besándose?». «Por una parte es un mensaje para esa parte de la sociedad que no le gusta que otros se den esos besos por la calle», explica Cobelo. «Se trata de besos en público, que bonitos no son, pero hay que reconocer que en el beso todo empieza, así que hay que respetarlos; Por otra parte también es un mensaje para los besucones mexicanos. Me he fijado que la gente aquí está pegada pero no termina de besarse bien, no termina de darse el lote, se besan con los ojos abiertos… Para estos es una llamada de atención, para que ya que no les importa besarse en público, que lo hagan bien. Los besos no se pueden tomar a la ligera. Son demasiado importantes para desperdiciarlos».
Además del video con todos los besos de los participantes, Besos y más Kisses se presentará como un montaje de fotos y de video en versión muestra. «Los besos los ha trabajado mucha gente, hay besos muy famosos en el mundo del arte como el de Warhol», reconoce al autor. «Pero pienso que este proyecto es novedoso porque nadie ha hecho esto antes, mostrar el aburrimiento del beso».
Otro hecho que se le hace morbosamente entretenido al venezolano es que los participantes conserven este recuerdo. «Es curioso tener guardado un beso propio de cinco minutos, sobre todo porque probablemente muchas de estas parejas dejarán de estar juntas en el futuro, y su beso se quedará grabado para siempre», dice bajito para que no le oigan los tortolitos que andan haciendo de modelos.
Pretenden hacer una segunda parte del proyecto en la que, en vez de en un estudio del Gimnasio del Arte, los voluntarios se besen en la calle para poder captar las reacciones del público. «Esa es la otra parte a estudiar del fenómeno».
«Hay besos con más lengua, con menos lengua, más chupones, morreos increíblemente fuertes, con la lengua fuera, un poco porno, más infantiles…», dice Cobelo, «tan aburridos, tan excitantes, tan importantes y tan simples como lo que son: besos». [Animal Político]