Un hecho en común que tienen las guerras es que todas fueron iniciadas a través de una chispa: un casus belli que, pese a ser en ocasiones algo deplorable (como un asesinato), nadie puede llegar a predecir sus futuras consecuencias. Así, teneos el rapto de Helena de Troya que provocó la Guerra de Troya, el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria que acabó escalando en el conflicto que conocemos como la Primera Guerra Mundial o la invasión deliberada de Polonia por el régimen nazi buscando iniciar la Segunda Guerra Mundial.
Y en el caso de la Guerra de la Independencia Española, el motivo que provocó el levantamiento del pueblo español contra el invasor español fueron los fusilamientos del tres de mayo de 1808 en Madrid, hecho que posteriormente retrataría el pintor Francisco Goya en su óleo de nombre homónimo sugerido como encargo por el propio Goya a la regencia de Luis María de Borbón y Vallabriga antes de la llegada del rey Fernando VII, tras haber ganado la Guerra de la Independencia en 1814. Pero nos estamos adelantando, por lo que debemos retroceder siete años.
Antecedentes históricos
Retrato de la familia real antes del inicio de la Guerra de la Independencia. Fuente.
En 1807 el representante de la Corona Española Manuel Godoy y el emperador francés Napoleón Bonaparte firmaron el Tratado de Fontainebleu, acordando una invasión militar conjunta de Portugal, aliada de Inglattera y por tanto enemiga de los intereses franco-españoles. Sin embargo, este tratado era simplemente mascarada francesa: además de invadir Portugal, la verdadera intención de Napoleón era invadir España, algo que le sería sumamente fácil tras permitir el paso libre de tropas francesas a través de territorio español. Dichas tropas irían ocupando diversas ciudades del territorio español asentándose para el golpe final a la Corona de los Borbón.
La oposición del pueblo español era similar pero poco firme: salvo el Motín de Aranjuez, no hubo ningún acto de rebeldía unificado por el que los franceses tuvieran que preocuparse demasiado. No obstante, la tensión se acumulaba de forma evidente, y el descontento hacia la familia real española era cada vez mayor, movidos por la impotencia de que sus dirigentes no hacían nada por cambiar la situación. Así, el Ministro de la Paz Manuel Godoy fue destituido por el rey Carlos IV debido al clamor popular
Manuel Godoy como general en la Guerra de las Naranjas de 1801. Retrato de Francisco Goya. Fuente.
Tras esto, Carlos IV abdica y su hijo Fernando pasa a ser nuevo monarca español, suceso que hace que Napoleón aprehende al nuevo rey para que devuelva la corona y que éste la pase a manos de Napoleón. Mientras, una Junta en la Corte Española supuestamente en nombre de Carlos IV dió la orden para el traslado a Bayona de los dos hijos del rey que quedaban en la ciudad. Este traslado iba a producirse el 2 de mayo de 1808, pero el pueblo español reaccionó a través del grito "¡Que nos lo llevan!" y éstos asaltaron el palacio, antes de ser detenidos con artillería disparada contra la multitud. Esto sólo aumentó el ansia de venganza y de deshacerse de los franceses, y se convirtió el catalizador perfecto para el inicio del levantamiento.
Levantamiento y posterior fusilamiento
Aunque los sublevados tenían como prioridades la captura de armas, ya que con navajas y cuchillos no iban a llegar muy lejos, así como impedir la entrada en la ciudad de nuevas tropas francesas, fracasaron en ambas debido a las tropas de Murat, miembro de la Junta provisional de gobierno así como cuñado de Napoleón, y cuyas tropas situadas a las afueras de la ciudad entraron en Madrid masacrando todo lo que se interpusiera en su camino. No obstante, la gente siguió luchando durante toda la jornada utilizando cualquier objeto que sirviera como arma, como piedras, agujas de coser, o incluso macetas arrojadas desde los balcones.
La Carga de los Mamelucos, de Francisco Goya. Fuente.
Sin embargo, miembros empleados en el ejército francés fueron aún más crueles, por lo que los acuchillamientos, degollamientos y detenciones se sucedieron durante todo el día, y varios cientos de madrileños, hombres, mujeres y soldados franceses murieron en el levantamiento. Eso sería retratadoa posteriori por Goya en otro de los cuadros que sugirió como encargo: La Carga de los Mamelucos. Obviamente, el bando perdedor fueron los ciudadanos españoles como se retrata fielmente en el cuadro de Goya, con militares altamente preparados y equipados contra una multitud armados con navajas y agujas de coser, mientras que el propio ejército español permanecía impasible y estático ante la terrible masacre.
Pero lo peor llegó después, con la cruel represión. En la tarde del 2 de mayo Murat firmó un decreto que creó una comisión militar comandada por el general Grouchy para sentenciar a muerte a todos cuantos hubiesen sido cogidos con las armas en la mano, e incuso militares españoles colaboraron con Grouchy en la comisión militar. Desde ese momento, serían fusiladas 32 personas ese mismo día en el Salón del Prado, y otras 11 personas fueron ejecutadas en otros puntos de la ciudad como Cibeles, Puerta de Alcalá y Recoletos.
Defensa del parque de artillería de Monteleón, donde los militares españoles Luis Daoíz, Pedro Velarde, Jacinto Ruiz y Rafael Arango lucharon contra tropas francesas desafiando órdenes de no atacar. Cuadro de Joaquín Sorolla Fuente.
Al día siguiente los franceses fusilarían a 36 personas repartidas entre la montaña del Príncipe Pío y el Buen Retiro, momento que después sería inmortalizado en el lienzo de Goya. Aunque las cifras de muertos y heridos difieren, todos coinciden que las cifras de bajas no llegó a los 500 muertosentre ciudadanos españoles y militares franceses. Quizá esto pueda parecer poco si comparamos a otros levantamientos reprimidos, pero fue la gota que colmó el vaso, y durante los seis años siguientes los españoles demostrarían lo caro que les iba a salir a los franceses conquistar España.
Consecuencias
Con la dura represión de ese día Murat pensaba haber acabado con los ímpetus revolucionarios de los españoles, pero el mismo 2 de mayo por la tarde en Móstoles, ante las duras noticias traídas de la capital el Secretario del Almirantazgo y Fiscal del Supremo Consejo de Guerra Juan Pérez Villamil hizo firmar a los alcaldes del pueblo en llamamiento para todos los españoles en el que se instaba a empuñar las armas en contra del invasor y auxiliar a la capital. Muchos no lo sabían aún, pero esto suponía el primer movimiento oficial en preparación de la guerra que se avecinaba.
Retirada de Napoleón de Moscú tras la derrota contra el "General Invierno". Fuente.
Aunque podríamos extendernos en la Guerra de la Independencia mucho más explicando detalladamente batallas y eventos notables, lo verdaderamente importante es que esta guerra supuso el inicio del fin del imperio de Napoleón, con un ejército desgastado por una guerra de guerrillas inventada durante la guerra y que sentó precedentes para lo que conocemos como combate actual, especialmente en un ambiente urbano. Fue también el preludio del fracaso de la campaña en Rusia por Napoleón, que junto a la guerra en España supuso un punto de inflexión en las Guerras Napoleónicas y que llevaría eventualmente a la abdicación y destierro de Napoleón.
No obstante, el final de la Guerra de la Independencia supuso también el inicio de uno de los períodos más oscuros de la historia de España, empezando con Fernando VII y su crueldad hacia el pueblo que lo puso de vuelta en el trono, y continuando con el reinado de Isabel II y las Guerras Carlistas. En resumen, una guerra que salió muy caro para ambos bandos y que precipitó la caída de dos imperiores otrora grandiosos y relevantes en el panorama mundial. Pero también sirvió como símbolo y un claro ejemplo de como la voluntad de un pueblo, si obviamos la violencia de la ecuación, puede cambiar el destino de un país.
Fuente: Hipertextual