Mientras que el azúcar no implica ninguna preocupación de consumirse en pequeñas cantidades, la mayoría de las personas simplemente rebasan por mucho los límites recomendados. Las cosas dulces, que también se conoce con nombres como glucosa, fructosa, miel y jarabe de maíz, se encuentra en el 74 por ciento de los alimentos envasados en los supermercados. Y mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que sólo el 5 por ciento de la ingesta diaria de calorías provenga del azúcar, una dieta típica en una país desarrollado (o México) se compone de 13 por ciento de calorías del endulzante.
“Muchos estadounidenses comen alrededor de cinco veces la cantidad recomendada de azúcar que deberían comer”, dijo al Washington Post el profesor de medicina del Hospital de la Universidad de Georgetown.
A continuación, las cosas que deberías saber cómo el consumo excesivo de azúcar puede causar estragos en el cerebro.
Crea un círculo vicioso de antojos intensos
Cuando una persona consume azúcar, como cualquier comida, activa los receptores de sabor de la lengua. Luego, manda señales al cerebro, que activan circuitos de recompensa preparando a una oleada de hormonas para sentirse bien, para salir. El azúcar “secuestra el circuito de recompensa del cerebro”, explica el neurocientífico Jordan Gaines Lewis. Y mientras que estimular el sistema de recompensa del cerebro con un pedazo de chocolate de vez en cuando es placentero y probablemente inofensivo, cuando se activa demasiado y con demasiada frecuencia, comenzamos a tener problemas.
“El exceso de activación de este sistema de recompensas desencadena una serie de eventos desafortunados: la pérdida de control, el antojo descontrolado, y el aumento en la tolerancia al azúcar”, explica en un video de TED-Ed, la neurocientífica Nicole Avena.
De hecho, las investigaciones han demostrado que el cerebro de los niños obesos en realidad se ilumina de forma diferente cuando prueban el azúcar, lo que refleja una respuesta elevada de “recompensa de comida”. Esto sugiere que su circuito cerebral puede predisponer a estos niños a una vida de antojos de azúcar intensos.
Se deteriora la capacidad de memoria y aprendizaje
Un estudio de 2012 realizado con ratas, por investigadores de la Universidad de California en Los Angeles, encontró que una dieta alta en fructosa (que es sólo otra palabra para el azúcar) dificulta el aprendizaje y la memoria, pues literalmente ralentiza el cerebro. Los investigadores encontraron que las ratas que consumieron exceso de fructosa habían dañado la actividad sináptica en el cerebro, lo que significa que se veía afectada la comunicación entre las neuronas.
El consumo frecuente de azúcar causó que las ratas desarrollaran una resistencia a la insulina, una hormona que controla los niveles de azúcar en la sangre y también regula el funcionamiento de las células cerebrales. La insulina fortalece las conexiones sinápticas entre las neuronas, ayudándolas a comunicarse mejor y por lo tanto forman recuerdos más fuertes.
Así que cuando los niveles de insulina en el cerebro bajan como resultado del exceso de consumo de azúcar, la cognición puede verse afectada.
“La insulina es importante en el cuerpo para el control de azúcar en la sangre, pero puede jugar un papel diferente en el cerebro”, dijo el Dr. Fernando Gómez-Pinilla, autor principal de la investigación en un comunicado. “Nuestro estudio muestra que una dieta alta en fructosa daña el cerebro, así como al cuerpo. Esto es algo nuevo.”
Puede causar o contribuir a la depresión y la ansiedad
Si alguna vez has experimentado un bajón de azúcar, entonces sabes que los picos repentinos y descensos en los niveles de ésta en la sangre pueden hacer que se experimenten síntomas como irritabilidad, cambios de humor, confusión mental y fatiga. Esto es porque comer una dona cargadas de azúcar o beber un refresco hace que los niveles se disparen y luego caigan en picada. Cuando el nivel de azúcar va inevitablemente hacia abajo, las personas pueden sentirse ansiosas, de mal humor o deprimidas.
Los alimentos ricos en azúcar y carbohidratos también puede meterse con los neurotransmisores que ayudan a mantener el estado de ánimo estable. Su consumo estimula la liberación del neurotransmisor serotonina, que levanta el ánimo. La constante sobre-activación de estas vías de serotonina puede agotar los suministros limitados y contribuir a los síntomas de la depresión, según el Dr. Datis Kharrazian, experto en medicina funcional y autor de Why isn’t my brain working?
Los niveles altos de azúcar en la sangre de forma crónica también se han relacionado con la inflamación en el cerebro. Y como algunas investigaciones han sugerido, la neuroinflamación puede ser una posible causa de depresión.
Los jóvenes pueden ser particularmente vulnerables a los efectos del azúcar en el estado de ánimo. Un estudio reciente en ratones adolescentes, realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Emory, encontró que una dieta alta en azúcar contribuye a la depresión y la ansiedad.
Las investigaciones también han encontrado que las personas que llevan una dieta americana estándar, es decir, alta en alimentos procesados, los cuales normalmente contienen altas cantidades de grasas saturadas, azúcar y sal, se encuentran en un mayor riesgo de desarrollar depresión, en comparación con los que tienen una dieta rica en alimentos integrales que es baja en azúcar.
Es un factor de riesgo para el deterioro cognitivo y la demencia relacionada con la edad
Un creciente cuerpo de investigación sugiere que una dieta rica en azúcar podría aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
Un estudio de 2013 encontró que la resistencia a la insulina y los niveles de glucosa en la sangre, señas características de la diabetes, están vinculadas con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. La investigación “ofrece más evidencia de que el cerebro es un órgano objetivo para el daño por nivel alto de azúcar en la sangre”, dijo el endocrinólogo Medha Munshi al The New York Times.
Algunos investigadores, incluso se han referido al Alzheimer como “la diabetes tipo 3″, lo que sugiere que la dieta puede tener algún papel en el riesgo de una persona de desarrollar la enfermedad. [sinembargo]