Internet es el vergel de las leyendas urbanas. Aquí ha nacido el pastafarismo, la religión que adora al monstruo del espagueti o esa supuesta lechuza prehistórica descubierta por investigadores brasileños.
Desde siempre, las falacias han estado a la orden del día y aquí se pretende desmontar los mitos más comunes sobre la cultura del tupper. Ese objeto tan necesario como imprescindible en la vida moderna.
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UN TUPPER ASESINO
La magnitud de los mitos en internet no tiene límites. En este caso llegaron hasta a citar a la escuela de medicina de la Universidad Johns Hopkins para difundir que calentar en el microondas un tupper podía provocar cáncer.
Las autoridades de la universidad desmintieron oficialmente esta información y una serie de guías maestras, definidas por el Gobierno de los Estados Unidos, para los que quieran comer en estos envases.
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MASCAR PVC
Otro de los mitos sobre el tupper es la transferencia. El intercambio a nivel químico entre dos objetos es algo que se produce en cualquier contacto. La clave, como indica la normativa europea, es que esos inevitables intercambios se produzcan en un grado que no afecte a la salud.
Y es cierto que no todos los materiales o recipientes son adecuados para pasar por el microondas. Si quieres saber si con el tuyo estás a salvo, comprueba que lleve este símbolo.
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TEMOR A LAS DIOXINAS
Analizar una reacción química es un poco como verle las tripas a una central energética.
Entran unos materiales en crudo y salen otros terminados. Y siempre hay un desecho. Es el caso de las dioxinas, su presencia en el organismo es muy difícil de erradicar. Se alojan en las grasas animales en cantidades ínfimas, pero su ingesta puede provocar a largo plazo problemas cancerígenos.
La serie de emails en contra del tupper incluían este dato concreto, afirmando que el envase podía sufrir la liberación de este compuesto al calentarse la comida en el microondas.
La información fue desmentida por la Universidad John Hopkins, pero nutricionistas españoles como Juan Revenga recomiendan que, para minimizar el riesgo de transferencia de materiales, se puede optar por llevar un plato aparte y no comer con los cubiertos sobre el plástico.
Otro truco que recomienda el grupo de expertos National Search for Health Research es no calentar directamente en el plástico la comida, sino trasladarla a un plato.
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“SIEMPRE COMO LO MISMO”
El tupper no tiene la culpa de lo vago que está preparado un menú. El mito del universitario que repite macarrones tras macarrones sólo puede repetirse por falta de voluntad.
Siguiendo un sencillo ciclo de tres alimentos, como recomienda Revenga en su blog, se puede tener una dieta equilibrada y saludable llevando la comida al trabajo cada día.
Los tres alimentos a rotar son pastas, legumbres, arroz; verduras, crudas o cocidas; y carne y pescado para las proteínas.
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EL PLÁSTICO ES EL MALO DE LA PELÍCULA
No lo es. La clave es conocer cómo usarlo. El simbolismo de los tupper en el que tienes que fijarte se divide en dos.
Por un lado, el código de resina, que indica el material del envase. En The Green Guide, una página de salud de National Geographic, recomiendan como los más adecuados los que tienen el código 2 (polietileno de alta densidad, HDPE) y 4 (polietileno de baja densidad, LDPE) de los disponibles del 1 al 7. Por otro lado está el código que depende del fabricante.
Fíjate en los dibujos que indican si se puede meter en el lavavajillas o no, si se pueden usar cubiertos con él o si es apto para meter en el horno. | SinEmbargo