Pedro Márquez ejercita todos los días su brazo izquierdo para combatir la secuela crónica que padece desde que se le detectó cáncer de mama en 2013. Un accidente de bricolaje sirvió para que los médicos detectasen que padecía esta enfermedad. Pedro pasó así a formar parte del escaso grupo de hombres afectados por este «mal», que representan menos de un 1% de todos los casos en el mundo.
Este cáncer se produce cuando se desarrolla un tumor maligno en la glándula mamaria, compartida por ambos sexos. Y los principales factores de riesgo que pueden hacer que un hombres desarrolle este «mal» son niveles altos de estrógenos, padecer el síndrome de Klinefelter-una afección que hace desarrollar bajos niveles de andrógenos y altos de estrógenos-, tener antecedentes de cáncer de mama en la familia, alteraciones genéticas, así como exponerse a radiación. Aunque, como indica Noelia Martínez, oncóloga médica del Hospital Universitario Ramón y Cajal, el más importante factor de riesgo es la edad. «La edad promedio de los hombres diagnosticados con cáncer de mama es de 67 años», explica.
Pedro supo que tenía cáncer a los 44 y, debido a que había invadido su sistema linfático no bastó con extirparle entera su mama izquierda (mastectomía) sino que se le practicó además una linfadenectomía. Un tipo de intervención quirúrgica en la que se extraen los ganglios axilares. Tras recuperarse, pronto le sobrevino un nuevo problema: su brazo izquierdo, a consecuencia de la extirpación de los ganglios, había desarrollado una de las posibles secuelas de este cáncer, el linfedema.
Esta secuela crónica, como explica Belén Alonso Álvarez, médico especialista en medicina física y rehabilitación del Hospital Universitario Ramón y Cajal, es un tipo de edema producido por una disfunción linfática. Esta disfunción provoca que se acumule la linfa (líquido rico en proteínas) en el espacio que hay entre las células, dando lugar a una hinchazón de la región corporal afectada, que puede ser todo el miembro o una parte de él, como la mano.
Una secuela que no llegó a desarrollar Ramón Melón pese a practicársele una linfadenectomía. Sin embargo, la medicación que impide la metástasis de su cáncer le provoca depresiones y dolores articulares. A Ramón, al igual que a Pedro, nunca se le pasó por la cabeza que pudiese sufrir este cáncer. Pero considera que se le debería dar más visibilidad a los hombres. «Este cáncer siempre aparece representado con un lazo rosa, y eso indica que solo es para mujeres. Siempre que se habla de este tema se enfoca hacia ellas y nunca a nosotros», afirma. Y además cree que haría falta crear una asociación que ponga en contacto a todos los varones afectados por este cáncer para transmitirse así sus experiencias.
Con Información de abc.es