La campaña, inspirada en la famosa herramienta para intercambiar caras de Snapchat, aspira a combatir la intolerancia y los prejuicios y alentar la empatía entre las personas. ¿El problema? Que pese a que sus intenciones son indudablemente buenas, no consigue del todo transmitir el mensaje que pretende al espectador, al que se le queda inevitablemente una mueca de confusión en el rostro.
¿Basta un simple “trueque de caras” para meterse en el alma de las personas, entender sus problemas y llegar a sentir lo que es pertenecer a una raza distinta? Lo cierto es que no.
La metáfora de la que emana la nueva campaña de National Geographic es muy válida, pero los anuncios resultantes resultan más superficiales que otra cosa (y no logran tener el empaque que se supone que deberían tener).
A National Geographic se le olvidó quizás en esta campaña, alumbrada por la agencia brasileña Y&R São Paulo, que si la gente intercambia caras en Snapchat es por pura diversión, no para aproximarse al alma de otras personas. [MD]