Todos entendemos que es imposible que una inocente criatura que aún no llega a la mesa de la cocina esté inmersa en una relación de pareja. Aun así, lanzamos la cuestión sin más. Y el crío responde lo que sea, pero con indiferencia: ni se sonroja. Efectivamente, no le está entendiendo. Para Sara Tarrés, experta en Psicopatología Infantil y directora de la web Mamá Psicóloga Infantil, los niños con edades comprendidas entre los 2 y 4 años tienen una forma de relacionarse que no distingue entre sexos. “Como mucho, imitan a los adultos o lo que ven en las películas”, explica. De ahí los besos en la guardería o achuchones similares. Entonces, ¿por qué insistimos en reproducir patrones adultos en críos? "Ellos apenas conocen el significado de términos como la atracción o el enamoramiento. Solo piensan en jugar y experimentar, incluso, algunos de ellos todavía llevan pañales", señala la experta.
Si hay algo similar a la seducción adulta en las clases de preescolar, como afirma la pedagoga Josefina Aldecoa en su libro La educación de nuestros hijos. De 0 a 14 años, es una inocente versión edulcorada que "forma parte del propio aprendizaje”, dice. Aun así, hay que ser discretos y tener mucho cuidado con los sentimientos de los más pequeños, según aconseja Sara Tarrés.
Y no solo por el uso de términos erróneos, sino para evitar caer en lo que la experta llama hipersexualización de la infancia. "Los niños utilizan [jaleados por adultos] palabras como 'novio' o 'novia' para referirse, simplemente, a un amigo especial con el que comparten intereses, juegos y risas”, matiza Tarrés. "Esta cuestión esconde, además, aspectos como la 'heteronormatividad': eres niño, así que, naturalmente, te gustarán las niñas. O adoctrinamiento de género: las niñas no son como los niños, así que deberías tratarlas diferente. E incluso inserción prematura de las políticas sexuales: las niñas no son tus amigas, son objetos potenciales del deseo”.
Para Mª Dolors Mas Delblanch, especialista en Psicología Clínica por la Universidad Oberta de Cataluña, psicopedagoga y con formación en Neurociencia, es precisamente en el medio familiar, social y cultural donde el niño aprende a aceptar y manifestar su identidad, por lo que hacerle preguntas sobre una pareja mucho antes de que esté preparado para ello podría crearle conflictos sobre su identidad u orientación sexual. No meta aprisa a su hijo: la vida adulta lo atrapará tarde o temprano, con sus dulces amores y amargos desengaños. Mientras tanto, corretear en el patio bastará. | El País