En el mundo de la aviación, cada asiento cuenta, y recientemente, una mujer obesa se ha convertido en el centro de atención en las redes sociales después de enfrentar duras críticas por negarse a ceder el asiento extra que había comprado para viajar cómodamente. La historia, compartida por la pasajera de 34 años en un foro de consejos, ha desatado un debate sobre la ética de ceder asientos en vuelos.

La mujer explicó que, debido a experiencias anteriores de sentirse incómoda en un solo asiento, decidió reservar dos asientos en un vuelo nacional. Sin embargo, su plan de viaje se vio complicado cuando una madre con un niño pequeño le pidió que se mudara a un solo asiento para que su hijo pudiera ocupar el otro.

"Soy obesa, y estoy trabajando activamente para perder peso. Reservé un asiento extra para que todos puedan estar más cómodos. Sé que es una molestia tener que pagar por un asiento extra, pero es lo que es", compartió la mujer en el foro.

A pesar de haber pagado por ambos asientos, la madre del niño insistió en que cediera su asiento extra. La situación se complicó cuando la azafata, en lugar de respaldar a la pasajera, le pidió que intentara acomodarse en un solo asiento. La mujer se mantuvo firme en su decisión, afirmando que tenía derecho a los asientos que había pagado.

La controversia continuó a lo largo del vuelo, con miradas sucias y comentarios pasivo-agresivos de la madre del niño. La pasajera, por otro lado, se cuestiona si su decisión fue correcta, ya que el niño parecía difícil de controlar.

En las redes sociales, las opiniones están divididas. Algunos usuarios criticaron a la mujer por no ceder el asiento, mientras que otros respaldaron su derecho a disfrutar del espacio adicional por el que había pagado.

"¿De qué sirve el asiento adicional si las azafatas van a permitir que personas con derecho intimiden a otros para que lo abandonen?", comentó un usuario. Otros señalaron la falta de planificación por parte de la madre del niño y la consideraron responsable de la situación.

En última instancia, la mujer optó por no ceder y ocupó ambos asientos que había adquirido legalmente. La historia plantea preguntas sobre la política de las aerolíneas en situaciones similares y la importancia de respetar los derechos de los pasajeros, independientemente de su contextura física.