Las fresas japonesas han causado un revuelo en redes sociales y se han convertido en el nuevo lujo alimenticio que sólo algunos pueden permitirse. Con precios que rondan los 19 dólares (alrededor de 300 pesos mexicanos) por una sola fresa, esta fruta se vende en exclusivos supermercados como Erewhon en Los Ángeles, donde artistas y personas con alto poder adquisitivo suelen hacer sus compras.
El video viral de Alyssa Antoci en TikTok, quien presenta una de estas fresas importadas directamente desde Kioto, Japón, despertó la curiosidad de miles. Según Alyssa, estas fresas tienen el “mejor sabor del mundo”. Sin embargo, no todos están convencidos. Mientras algunos defienden su sabor único, otros aseguran que el precio no justifica la compra, señalando que las fresas grandes y sabrosas pueden encontrarse por solo un dólar el kilo en otros lugares.
El origen de este fenómeno de lujo tiene que ver con cómo estas fresas son cultivadas y comercializadas. Según NBC News, son cultivadas cuidadosamente para alcanzar una "simetría perfecta" y un "color brillante", y se recolectan en su punto máximo de maduración. Luego, son transportadas a Los Ángeles en 24 a 48 horas para asegurar su frescura. Además, se recomienda esperar 30 minutos después de enjuagarlas y retirarles el tallo para intensificar su dulzura y aroma.
Aunque el sabor tiene sus defensores, muchos se preguntan si realmente vale la pena pagar tanto por una fruta que, al final, sigue siendo una fresa. Incluso celebridades como Demi Lovato probaron la fruta y expresaron que no justificaría el precio tan alto.
Este fenómeno, que se ajusta a la cultura del lujo, también ha puesto en evidencia la discrepancia entre la élite económica y las dificultades económicas que enfrenta la ciudad de Los Ángeles. Además de fresas, la misma marca de Kioto también vende melones japoneses por hasta 95 dólares (aproximadamente 1,900 pesos mexicanos).
¿Son las fresas japonesas un lujo innecesario o una experiencia gastronómica que vale la pena probar? Por ahora, el debate continúa entre quienes defienden su exclusividad y quienes consideran que es solo una moda costosa.