La segunda tragedia es una tragedia de la reputación de los asesinados, no solo fueron asesinados sino también insultados, difamados, haciéndolos ver que por ser parte de ella se dio la inmolación de los jóvenes. Esto no solo vino a hacer la tragedia más profunda porque ofendió la memoria de los jóvenes muertos y también a sus familias. Se llegó al extremo de que después de confirmado el asesinato y hechas las autopsias, a las familias les prestaron los cadáveres para que los velaran como es la tradición, pero después se los recogieron para “investigar”. Esto no solo era una afrenta a la memoria de los jóvenes sino también a las familias. Una madre, en medio de su desesperación, llamó a los Pinos y gracias a la intervención de la Primera Dama Margarita Zavala les fueron entregados los cuerpos a los familiares para que pudieran cumplir con los ritos de costumbre que tienen las familias.
La tercera tragedia es una tragedia social es la ruptura de la relación entre gobierno y gobernados. Esto se vio en las marchas, no era necesario tener slogans, era la ruptura entre el pueblo y sus representantes. Esa relación de confianza que debiera haber en un estado democrático está rota, por otro lado el silencio de las autoridades era también ofensivo.
Es por eso que la manifestación que encabezó el poeta Javier Sicilia tenía gran impacto social, no solo era el coraje de ver jóvenes vidas truncadas, sino la ruptura de la confianza entre gobierno y gobernados. Tenemos que hablar de todas las partes del gobierno, por un lado el ejecutivo estatal que nunca tomó una posición, por otro lado los callados diputados locales y también los diputados federales y senadores que han mantenido una calma tensa, cuando en realidad ellos debieran ser las voces que se oyeron en las calles, las voces que se oyeron enfrente de las embajadas en distintas partes del mundo. ¿Por que callados? ¿Por que no asumieron el papel para lo que fueron electos? El ser la voz de los ciudadanos. Por otra parte el Poder Judicial que en medio de su corrupción no ha establecido una forma de poder cumplir con las demandas ciudadanas.
Cuando en los distintos niveles de gobierno no hay respuesta ante estas situaciones, podemos hablar, ahora si sin maquillarlo, de que se ha llegado el momento de hablar de estados fallidos. ¿Por que fallaron los estados? Porque la corrupción los envuelve, porque la costumbre de tratar de evitar involucrarse o de tomar responsabilidad ha venido a ser una de las grandes fallas de nuestro sistema. El que es electo tiene obligaciones y esas obligaciones hasta el momento no las han cumplido.
Gobernar no es solamente hacer obras, asistir a actos cívicos, inaugurar cursos en las escuelas o ir a graduaciones. Gobernar es asumir responsabilidades y eso es lo que ha faltado en muchos de estos casos. Hay que recordar que lo mismo sucedió en Monterrey, con los estudiantes del Tec, que primero fueron considerados delincuentes hasta que por fin alguien aclaró la situación y se vio que habían sido víctimas y que nunca habían pertenecido a la delincuencia organizada, sino que venían de la biblioteca a hacer sus trabajos. ¿Desde cuando es inseguro ir a una biblioteca? se preguntará uno. Eso es algo que tenemos que puntualizar muy claramente, la obligación de los gobernantes, por un lado de proteger la vida humana, segundo respetar su dignidad y tercero tener la confianza de sus gobernados, de otra suerte el gobierno no tiene sentido.