La contienda que está en plenitud, otorga a los mexicanos una disyuntiva muy interesante ante la reflexión que debe uno plantearse al emitir el voto:
Regresarle al Partido Revolucionario Institucional la posibilidad de gobernar, sabedores del destino que le dieron a México y de las políticas que se alejaron del sentir y necesidad social, independientemente del carisma del candidato que han lanzado.
Darle a la izquierda la oportunidad de la alternancia, con el arribo de a quien se presume se le robó el triunfo en 2006. Una segunda búsqueda de un candidato que ya no aparece como un peligro para México sino como una alternativa real con posibilidad de triunfo.
Ratificar por tercera vez consecutiva la oportunidad al Partido Acción Nacional ahora en la persona de una mujer; dos sexenios anteceden, uno pleno de deslices y superficialidades, y otro que nos ha sumido en una guerra con muertos por doquier.
Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota están ya en las boletas electorales de 2012; sus imágenes y nombres podrán ser cruzados el próximo 1 de julio. Uno de ellos gobernará México a partir del 1 de diciembre y llevará los destinos de un país que reclama paz, tranquilidad, crecimiento económico, educación, y muchas otras cosas más.
Apenas el Presidente de la república reconoció que muchas de las aspiraciones de nuestra Carta magna están empezando a llegar a las sociedades; vaya falla de todos los gobiernos: desde 1917 y hasta ahora no pueden cumplir con las garantías sociales de nuestra Constitución. Gobiernos emanados del tricolor y dos del blanquiazul y la propuesta de todos los aspirantes a gobernar México es la misma que hace 95 años.
Jamás pretenderíamos inducir el voto; nada más alejado del ejercicio periodístico. No creemos ni cobijamos el “periodismo de ideología”; eso es hacer política y utilizar una trinchera, con permeabilidad social, bautizada de libertad de expresión, para amarrar adeptos y seguidores.
Nos corresponde señalar, puntualizar errores y aciertos de todos; más los primeros que los otros, si consideramos que el buen tino es una obligación de quien gobierna. Pero error o desliz muchas veces van vinculados con corrupción, omisión, o incapacidad.
México vive un momento interesante. Tal vez cada oportunidad en su historia lo haya sido, pero una izquierda unida, una derecha gobernante con la alternativa de género y el posible regreso de un gobierno que duró más de 70 años, no es de soslayarse.
Los tres candidatos fueron definidos con ejercicios ejemplares, enmarcados en el respeto y la democracia:
Primero Enrique Peña Nieto en el PRI, recibió el deslinde de Manlio Fabio Beltrones para llegar solo a la convocatoria del tricolor. La figura del candidato de unidad, tan acostumbrada antaño en el partido de gobierno, se logró. Un mensaje de amistad, solidaridad y apoyo se envió al país entero.
Después Andrés Manuel López Obrador, junto con Marcelo Ebrard Casaubón, escucharon los resultados el ejercicio estadístico que determinó al triunfador. El derrotado no solamente reconoció el liderazgo de AMLO sino que anunció su sumatoria al esfuerzo. No hay discurso en donde el candidato de las izquierdas deje de mencionar al próximo secretario de Gobernación de alcanzar el objetivo.
Y ahora en el PAN, las cosas se dan similares. Fue un ejercicio difícil y no ajeno a los ataques o a las descalificaciones. Pero la fotografía, ante el contundente triunfo de Josefina Vázquez Mota, dice todo; un Santiago Creel que desde temprana hora reconocía su derrota y un Ernesto Cordero que se resistió hasta entrada la noche, ambos levantando la mano de la abanderada.
Este escenario puede dejar ver una competencia pareja. Podríamos criticar el exceso de limitantes, vía normas, que nuestros legisladores han otorgado a las autoridades electorales; más somos víctimas de una cultura de la desconfianza que de la democracia, pero nos lo ganamos a pulso.
Bienvenida esta nueva etapa: intensa y que requiere de amplia participación. Una gran cantidad de nuevos votantes ignoran esta parte, aunque moderna de la historia, ajena a su realidad. Hagamos que prevalezca el Derecho, la paz y la decisión ciudadana.