Ese es el México que debemos construir. Basado y cimentado en las instituciones y en quienes las representan o han representado. Muchas veces hemos escrito que nuestro país es el único que desprecia a todos sus ex presidentes; no hay nada peor que vivir esa etapa ante la opinión pública.
Errores y tropiezos, por tratarse del presidente de la república, tienen gran dimensión y por supuesto reacciones de todo tipo. Sin embargo, la administración sexenal debe ser evaluada en toda su dimensión y con el respeto a una investidura que debe enseñarse a respetar.
Fue coincidente la muerte del Dr. Jorge Carpizo McGregor y de Miguel de la Madrid Hurtado; en ambos casos, sendos discursos póstumos están llenos de emoción pero lo más importante, de reconocimiento a una vida, a su entrega y su aportación a favor de México.
En el caso del ex ombudsman, fue encargado para esta encomienda el rector José Narro Robles; para despedir al ex presidente, correspondió precisamente al responsable en turno, Felipe Calderón Hinojosa.
Un solo ex mandatario estuvo presente en la ceremonia, criticado y todavía estigmatizado; sin embargo, valiente y agradecido con su antecesor, Carlos Salinas de Gortari, reapareció en palacio nacional, desde dónde despachó de 1988 a 1992.
El acto con el cual –le dijo al titular del Ejecutivo- él honraba la memoria del ex presidente Miguel de la Madrid, fue una gran dignidad republicana, que también honra al presidente Calderón. Y eso es correcto; también la presencia de Salinas es de apreciarse.
Las ausencias –porque pudieron estar presentes por lo menos en misivas o en disculpa- de Vicente Fox y Ernesto Zedillo, pesará sobre ellos. En el caso de Luis Echeverría Álvarez, nos extraña, aunque es entendible por su avanzada edad.
Es un México que deseamos. Un México en donde regresemos el valor real a lo que lo tiene, un país de instituciones y respeto mutuo.
Congreso oscuro
Más que sorprendernos, solamente ratifica lo que a lo largo de la actual legislatura hemos denunciado, comentado y criticado. Un espacio contaminado y corrupto, en dónde para desventaja de quienes habitamos en Morelos, sus integrantes tienen la facultad de hacer leyes y tomar decisiones de gran trascendencia.
Resulta que ahora, de nueva cuenta como consecuencia de cambios y acomodos, salen a relucir las travesuras y actos ventajosos, de quienes administran a espaldas de la sociedad. El comentario nace en razón de que alrededor de 200 personas, contratadas como trabajadores de confianza, por los diputados con licencia, serán dados de baja por considerarse ahora, innecesarios.
Nadie puede tragarse el hecho de que era necesario tomar el control de la Mesa Directiva del Congreso para darse cuenta de este abuso; quien la ha asumido, Jorge Arizmendi y el actual titular de la fracción priista, Omar Guerra, han tenido cargos de control y alto nivel en el propio legislativo.
En todo caso callaron hasta que les convino y lo peor, de no saberlo, que ineficacia y falta de probidad demuestran.
Los diputados recién llegados, deben entender que no son menos, ni siquiera iguales que quienes ahí permanecen; son más, mucho más porque están limpios y tiene todo por apostarle a favor del congreso y del estado. No deben permitir la manipulación ni de unos ni de otros, no deben caer en la absurda forma de la presión por intereses partidistas o de equipos, no deben someterse a la oscura forma de trabajo de los coordinadores de bancada, ni de quienes tienen bajo su control las áreas de administración económica y política de la Cámara de Diputados.
¡Cúmplanle a Morelos!