La educación, por definición, desde la antigüedad a la fecha, un proceso intensivo en capital humano por decirlo de alguna manera. Es evidente y necesario que el maestro sea una especia de juez y parte es estos procesos. Es en muchos casos quien más sabe de los propios procesos educativos y esto sucede en muchas partes del mundo.
En México, la organización social que agrupa al magisterio nacional ha tenido la disposición de colaborar, a lo largo de los años, en diferentes periodos del país. Con Ernesto Zedillo, Vicente Fox, con Josefina Vázquez Mota, como titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Andrés Manuel López Obrador, como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México y el propio Enrique Peña Nieto, como gobernador del Estado de México.
Todos se han beneficiado, como funcionarios públicos, de la cooperación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) para definir y llevar a cabo las políticas públicas. La pregunta, entonces, es por qué no hay un análisis más profundo, y quizás una definición más específica, por parte de los candidatos a la Presidencia de la República sobre los distintos temas en específico que se necesitan para transformación que el país necesita, incluso, en término de su relación con el SNTE.
No hay, quizás, una polarización en el debate en las campañas electorales presidenciables respecto al tema educativo. En buena medida no lo hay porque existe un diagnóstico compartido no solamente sobre la problemática que existe en la educación en nuestro país, medida por estándares nacionales e internacionales, sino también por los principales ejes de trabajo que el Estado mexicano –el gobierno federal, los gobiernos estatales, las secretarías de educación, el magisterio y actores- tienen que seguir para poder mejorar e incrementar la calidad de la educación del país.
Aunque existan diferentes puntos de vista, en las propuestas educativas de campaña de Peña Nieto, López Obrador, Vázquez Mota y Gabriel Quadri no hay diferencias radicales. Existe un diagnóstico sobre la evaluación; existe un diagnóstico sobre la capacitación, formación y profesionalización continua de los maestros, hay un diagnóstico del estado que guardan las normales; el estado que guarda la infraestructura educativa, o bien, el gasto y el financiamiento a la educación.
Eso se refleja en que hay un compromiso de los candidatos a la Presidencia para elevar la calidad educativa. En muchos sentidos, prácticamente todos recorren el mismo camino de temas enfatizando que es necesario evaluar a los maestros, que es fundamental capacitarlos, que es indispensable una mayor inversión en infraestructura. Son postulados que además el magisterio ha venido enunciado desde hace muchos años y se encuentran plasmados en la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE), que el SNTE estableció con el gobierno federal y un número importante de gobierno estatales.
Donde se puede establecer una diferenciación muy importante, a la cual se le tiene que poner atención, es la capacidad política de cada uno de los aspirantes y sus equipos políticos tendrán para poder llevar adelante la transformación que requiere el sistema educativo nacional en toda su complejidad y alcanzar los objetivos que compartimos como nación en materia educativa.
Hay una agenda educativa de trabajos específicos que se tienen que seguir desahogando con una mayor dedicación de parte de la SEP y de las secretarias de educación de los estados. Y si el esfuerzo va a ser de poner a la educación como prioridad necesariamente tiene que haber un involucramiento del gasto social, del gasto en salud, de seguridad en el país para que los alumnos asistan a sus escuelas, para que los maestros puedan impartir clases. Es, un una palabra, un esfuerzo integral que por lo tanto involucra a muchas dependencias de gobierno.