En la lista de mandatarios desde José Aguilar en 1919, varios lo han logrado; su paso por ese cargo y la trascendencia a nivel México trajeron beneficios para Morelos. No se trata de analizar los logros de quienes ya cumplieron, eso es historia y se reconoce, cada quién tiene su percepción de esos momentos.
Sin embargo, el pasado inmediato, el sexenio que corre y el futuro bajo la persona de Graco Ramírez es necesario ubicarlos, porque exactamente en ese actuar está el Morelos en el que hoy habitamos y aspiramos a vivir.
La trilogía que entre 1994 y 2000 encabezó el destino de los morelenses, si bien es cierto cerró la administración en calma por los buenos oficios de Jorge Morales Barud y Jorge García Rubí, la proyección nacional fue negativa y vulneró la vida misma de quienes aquí habitaban. La gubernatura de Jorge Carrillo Olea -al tiempo quedó exonerado de las acusaciones en su contra- fue una de las etapas más difíciles para la entidad: el secuestro, la complicidad de las autoridades y el descontento de la Presidencia de la República fueron las constantes.
Ese sexenio inició la cascada de violencia en Morelos que a la fecha continúa azotándolo; la presencia del crimen organizado y del narcotráfico no sólo ha permanecido sino crecido y prácticamente ha echado raíces. El entonces gobernador fue juzgado por resolución de la Suprema Corte de Justicia que ordenó el juicio político y fue inhabilitado 14 años como funcionario público; renunció y se le encontró responsable por omisión y comisión de secuestro y homicidio. Al tiempo, muchos años después, resultó absuelto pero el daño al estado ya se había causado.
Sergio Estrada Cajigal Ramírez fue beneficiario de ese momento; la gran campaña mediática del candidato presidencial Vicente Fox Quesada, basada en “sacar de Los Pinos” a una serie de "alacranes, alimañas, sanguijuelas, tepocatas, víboras prietas y demás arácnidos que se atraviesen en el camino" ubicó en el sentir de la sociedad un cambio promisorio. La administración panista en la ciudad de Cuernavaca, con recursos económicos fortalecidos y bien aplicados, renovaron la confianza hacia el joven gobernante.
Pero el sexenio fue desastroso. Vicente Fox Quesada a nivel nacional tropezó una y otra vez, la superficialidad fue signo desde el arranque de su presidencia; el Ejecutivo en Morelos no se quedó atrás, más que una copia fotostática, salió una personalidad que basada en el poder y mal aconsejada por los cercanos, llevó a la debacle esa oportunidad de trascender en la vida pública.
El nombramiento de Eduardo Becerra Pérez fue el primer tropiezo del gobernador panista; a nuestro arribo a Morelos recibimos una sola recomendación: “cuídate del Secretario de Gobierno”. Y así fue, no pasaron más de seis meses cuando ya había solicitado al concesionario de la radiodifusora en dónde trabajamos el cambio de director; como era de esperarse en una empresa digna, su petición fue rechazada y nos fortaleció, cumplimos 10 años de servir a la sociedad desde esa trinchera.
Sergio Estrada Cajigal no fue sometido a juicio político no porque no lo mereciera, sino porque mediante la estrategia al interior del Congreso del Estado se compró la voluntad de diputados de oposición para evitar ese paso que habría generado su salida. El caso se llevó hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación en controversia constitucional; la resolución le permitió concluir su mandato pero a la larga él y Becerra fueron defenestrados de Acción Nacional. El beneficiario fue el abogado amigo Luis Edgardo Gómez Pineda, quien encabezó la defensa y logró la titularidad de la Notaría Número Dos de la Octava Demarcación del Estado de Morelos que comprende los municipios de Xochitepec y Temixco; desafortunadamente la muerte lo encontró en agosto de 2009.
El daño para Morelos fue enorme; aunque Acción Nacional mantuvo el control político nuestra entidad se mantuvo en una presencia nacional negativa y lacerante para la economía.
Marco Adame Castillo generó una buena campaña; se placeó durante casi tres años junto al gobernador. Fue cuidadoso en mantener distancia pero siempre enviaba un mensaje que abrigaba esperanza y planteaba ideas que penetraron en la sociedad para a la postre alcanzar la candidatura y conservar la gubernatura.
La política anticrimen implementada por el presidente Felipe Calderón no tardó en hacer mella en Morelos; nuestra entidad está ubicada entre las de mayor crisis generada por esta “guerra” sexenal. El gobierno estatal finaliza en medio de la implementación del Plan Morelos Seguro, antes con la función de las Bases de Operación Mixta BOM, antes con partidas presupuestales extraordinarias para Seguridad Pública estatal y municipales, antes con la detención del Secretario de Seguridad Pública y antes como sede de una de las operaciones militares más impactante en la historia de México, aquella de diciembre de 2009, cuando en plena zona urbana cayeran abatidos delincuentes tras un enfrentamiento que cambió la forma de vida de quienes aquí vivimos.
A partir del 1 de octubre gobernará una instancia de Izquierda; solamente conocemos el discurso del gobernador electo, Graco Ramírez; los demás actores tienen la instrucción de esperar las fechas, “no es tiempo de triunfalismos”, se les indicó.
La seguridad es el tema principal. Las reuniones con el Secretario de Gobernación, con el titular de Seguridad Pública y de la Defensa Nacional lo dicen todo: el planteamiento del “corredor seguro” desde el Distrito Federal hasta Guerrero, es otra propuesta que atrajo votos (las cámaras de vídeo y el patrullaje) y ahora habrá de cumplirse.
Por lo menos desde 1994 a la fecha la historia y la presencia nacional de Morelos y la de sus gobernantes no ha sido la mejor. Los próximos años -de cambiarse este rumbo- se podrá recuperar la tranquilidad y la paz para quienes aquí vivimos; las visitas de aquellos que buscan a nuestra entidad como un remanso y un espacio de descanso podrán regresar.
Ese es el verdadero reto del próximo gobernador de Morelos: una proyección nacional que ubique a nuestra entidad en otro ambiente, en espacio seguro de inversión, en remanso de paz y descanso. El premio podría llegar en seis años.