Si agregamos el nivel de conocimientos en computación, ciencias o inglés que posee la población, el país no cuenta con la calidad educativa que exige su participación en la economía mundial. Esto se traduce en índices de productividad y competitividad, y de desarrollo y bienestar inferiores a los que exige la globalización.
No hay duda pues de que es necesario elevar la calidad de la educación; en todos los niveles y ciclos escolares, en áreas específicas del conocimiento, en el campo y las ciudades, y entre todas las clases sociales. Pero trasladar esta necesidad (y prioridad) a una política pública eficaz no ha sido fácil e incluso ha fracasado en varias vertientes. (El Secretario de Educación, Dr. José Angel Córdova, no puede explicar por ello los avances particulares que se registran en ENLACE. No hay relación entre discurso y política y entre política y planeación.)
El enfoque ha estado equivocado. No porque no exista un modelo teórico/práctico adecuado al que se pueda recurrir de haber voluntad en las autoridades nacionales: Basta revisar de manera integral las premisas y postulados de la Alianza por la Calidad de la Educación o las líneas de acción del Acuerdo 592 de la SEP o las bases de los planes de educación en estados como el de Puebla de manera destacada.
El problema no es la teoría, es la política. Se han perdido años valiosos al haber reducido el problema educativo a: 1) equiparar la calidad con el desempeño de los maestros, 2) canalizar las energías sociales a atacar a su organización sindical, y 3) complicar la colaboración entre autoridades y trabajadores.
Cuando las ONGs exigieron compromisos del Presidente-electo durante la campaña redujeron la agenda educativa a temas políticos, de control y disciplina del SNTE. Y ahora que la organización empresarial más activa en la política de la educación, "Mexicanos Primero" ha iniciado una campaña de opinión pública más, ésta no está dirigida a mejorar la educación sino a socavar la estructura del sindicato de maestros.
El riesgo que se corre de seguir esta ruta es que se imponga la visión reduccionista o, peor aun, distorsionada de lo que se necesita para mejorar la calidad educativa. Si en cambio el objetivo en que coincidimos es elevar la calidad educativa, entonces Mexicanos Primero no tiene una propuesta para el país en materia educativa.
Ya transcurrió más de una década del siglo XXI; una era de globalización e intensa competencia entre países emergentes como Brasil, Corea, India, Rusia, China. La política educativa es un instrumento fundamental en esta competencia. Pero México ha carecido de una política de largo plazo, coordinada entre todos los actores y dedicada a modernizar su sistema en formal integral.
Por ello, el próximo gobierno podrá elegir la salida fácil de creer (equivocademente, ver documentos de la OECD) que la calidad educativa depende exclusivamente del desempeño de los maestros, y aceptar que se politice la política pública, o bien, elaborar un programa integral, federalista, que abarque todas las áreas estratégicas de la educación. Si elige mal el camino, se perderá un sexenio más en el desarrollo de México.
--------------
Presidente de la Fundación SNTE
emilio.zebadúEsta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.